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lunes, 20 de agosto de 2012

EL SOLSTICIO DE INVIERNO

INTRODUCCIÓN
El Sol es un símbolo masónico de suma importancia. La Logia que, entre otros, simboliza también al Universo, con su piso terrenal y su techo celestial. El Venerable Maestro que ilumina simbólicamente con su Sabiduría todo el Taller, representa al Sol en su nacer. El V:. M:. Dirige la Logia desde su sitial en el Oriente, fuente de la Luz, al igual que el Sol qué comienza su esplendor desde el Oriente; El Primer Vig:. Simboliza al Sol en su ocaso al Occidente y el Segundo Vigilante simboliza al Sol al Mediodía.
Siendo la Naturaleza el marco de acción del Masón y los fenómenos naturales, fuentes de estudio e inspiración, no podía estar la Orden ajena al fenómeno natural del recorrido elíptico del Astro Rey destacando la coincidencia de que sus puntos más lejanos y distantes del Ecuador, coinciden con cambios naturales de las dos opuestas Estaciones, el Invierno y el Verano, símbolos también de la contradicción, la dualidad, representados estos opuestos conceptos, en el piso cuadriculado del Taller, de la Logia, el Blanco y el Negro. De estas concepciones emana la importancia de los festejos masónicos de los Solsticios.
El cosmos se refleja en el Templo, el Templo en la Logia y el iniciado Masón en ésta; la Logia es en definitiva el lugar donde Cielo y Tierra, Dios y el Hombre, se encuentran, deviniendo un soporte para la meditación y un espacio sagrado, tanto en el tiempo como en el espacio.
Si pues todo lo que conforma una Logia simboliza el orden y los elementos que conforman el Cosmos, y el misterio que revelan debe cumplirse en el interior del iniciado, está claro que el rito, que no es sino el símbolo mismo en movimiento, tiene la finalidad de hacer participar al iniciado en el misterio de la creación, conservación y destrucción de ese mismo Cosmos, para llegar a comprender las leyes que rigen la existencia y a él mismo, para conociéndolas trascenderlas y llegar al centro de ese misterio cuya revelación se celebra en lo profundo de su corazón, allí donde se encuentra la puerta que comunica con el auténtico ser primordial.
Los maestros coinciden en que para realizar la Obra basta imitar a la Naturaleza, y esto es lo que se proponen determinados ritos que los masones celebramos.
Retomado por la tradición cristiana, el Juno romano, dios bifronte

patrón de los constructores, Señor del Tiempo y dueño de las llaves que abren las puertas de la iniciación, se desdoblan en los dos San Juan; San Juan Bautista, el que debe menguar, presidiendo el solsticio de verano y la puerta de los hombres, es decir el acceso a la iniciación, y San Juan Evangelista, receptor de la enseñanza esotérica de Cristo, el que debe crecer, presidiendo la puerta de los dioses, que representa la salida por la vertical de la cueva iniciática, cuyo acceso sólo es posible para aquellos que han realizado la primera parte de la iniciación, lo que se conviene en llamar “los pequeños misterios”.
Los Solsticios determinan las dos grandes fases en que la naturaleza ofrece los cambios y contrastes más notables y opuestos: fenómenos sorprendentes siempre admirables que, bajo distintas formas y alegorías, han conmemorado todos los pueblos. En el Solsticio de Verano, aparece la naturaleza en su mayor esplendor, los rayos vivificantes del Sol derraman por doquier brillantez, lozanía, hermosura y vigor; dan fertilidad a los campos, verdor a las praderas, colorido a las flores, existencia y calor a los seres y diafanidad a los cielos. En el Solsticio de Invierno, al alejarse el Sol de nuestro Cenit para prodigar sus rayos fecundadores en otro hemisferio, nuestros campos pierden sus mantos de esmeralda, nuestro Cielo se cubre de brumas; el cierzo paraliza el crecimiento de las plantas, al detener la circulación de la savia que las nutre y la tristeza tiende por todas partes su cendal grisáceo. Y es que El Astro Fulgente, que rige los destinos cósmicos de nuestro planeta, obedeciendo leyes universales, llega a un grado de declinación meridional respecto de nuestro horizonte, que solo nos manda brillo apagado de mortecina luz.
EL SOLSTICIO DE INVIERNO
En el solsticio de invierno, hacia el 21 de junio, el Sol alcanza su mínima altura en el hemisferio sur y señala el comienzo del invierno, Este día, en el hemisferio sur de la Tierra, nos encontramos recibiendo los rayos solares con su máxima inclinación, es decir los más lejanos y los más débiles del año, apenas dan calor a nuestro hemisferio.
Así se entiende la Eclíptica; el círculo máximo de la trayectoria anual aparente del Sol en la esfera celeste, tal y como se ve desde la Tierra. Se denomina así debido a que los eclipses tienen lugar solamente cuando la Luna se encuentra en esta trayectoria o cerca de ella. El plano de esta trayectoria, llamado plano de la eclíptica, forma con el plano del ecuador celeste (proyección del ecuador terrestre en la esfera celeste) un ángulo de 23°27’.
En astrología, la eclíptica se divide en doce arcos de 30° llamados signos del zodíaco. A estos signos, o "casas del cielo", se les da el nombre de las constelaciones por las que pasa la eclíptica. Es decir entre estas cuatro estaciones se ubican los 12 signos del zodiaco.
El Zodíaco, es un cinturón imaginario en la esfera celeste, que se extiende aproximadamente 8° a uno y otro lado de la eclíptica, trayectoria aparente del Sol sobre la bóveda celeste. La anchura del zodíaco se determinó, originalmente, incluyendo las órbitas del Sol y la Luna y las de los cinco planetas conocidos por los pueblos de la antigüedad (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). El zodíaco se divide en 12 secciones de 30° cada una, a las que llamamos signos del zodíaco. Comienza en el equinoccio de primavera y continúa hacia el este a lo largo de la eclíptica y cada una de sus secciones recibe el nombre de la constelación que estaba situada dentro de sus límites en el siglo II a.C. Los nombres de los signos del zodíaco son: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
Se cree que los signos del zodíaco tuvieron su origen en Mesopotamia hacia el año 2000 a.C. Los griegos adoptaron los símbolos de los pueblos babilónicos y se los transmitieron a otras civilizaciones de la antigüedad.
El Diccionario Enciclopédico de la Masonería, nos dice: Solsticios – La época en que el Sol entra en los signos de Cáncer y Capricornio, o sea en que llega a su máxima declinación septentrional y meridional.- Las Fiestas Solsticiales se celebran anualmente en forma solemnemente, dedicada la primera al Reconocimiento, y a la Esperanza la segunda. Se conocen como fiestas de San Juan.
El Solsticio de Verano, es llamado también, el solsticio de San Juan Bautista y el Solsticio de Invierno, se le conoce además, por el solsticio de San Juan El Evangelista, en conmemoración a San Juan nacido el 21 de junio y a quien se le conocía como el bautista por haber bautizado al Maestro de Maestros y el segundo, San Juan el Evangelista, quien escribió un evangelio y nació a finales de diciembre. En el solsticio de verano (H:SUR), hacia el 21 y 22 de junio, el Sol alcanza su mínima altura en el hemisferio sur y señala el comienzo del invierno. Como es obvio estas estaciones se encuentran invertidas en el hemisferio norte.
Las Antiguas Escuelas de Misterios enseñaban un sistema peculiar de moralidad, velado en alegorías e ilustrado por símbolos. La moralidad se relaciona o actúa sobre la mente, carácter o voluntad. Pero como recientemente vimos, nuestra mente está bajo la influencia no solo del medio ambiente que nos rodea, pero también de todo el Universo.
"Como arriba, así es abajo" es uno de las leyes universales más importantes. Nos enseña que como partes del Universo, no solo estamos bajo su influencia, pero también bajo sus leyes. Para actuar correctamente o para relacionarnos con nuestra mente, carácter o voluntad, necesitamos conocer las leyes que regulan el Universo.
Los antepasados se dieron cuenta de los cambios en el cielo y a través de estos aprendieron el concepto del tiempo, que los ayudó a desarrollar su agricultura, crítica para su desarrollo.
En el Templo del Rey Salomón, así como en todos los Templos de la antigüedad, la entrada del Templo estaba en el este en donde había dos pilares, uno a cada lado de la puerta principal. Un pilar marcaba la esquina Noreste y el otro la esquina Sureste. En los Templos egipcios, el sol al lado se encontraba sobre la puerta principal.
La importancia de la esquina Noreste era que se empleaba para marcar el Solsticio de verano, una de las festividades más importantes en el mundo antiguo. La fachada de los Templos antiguos estaba siempre dirigidas al Este, para recibir los rayos del Sol naciente, así si la columna del Noreste estaba bien alineada con el punto donde el Sol nacía, este sería el instrumento para determinar el Solsticio de verano. Lo mismo se aplicaba para la columna del Sureste, si estaba bien alineada, marcaría el punto donde el Sol nacía en el Solsticio de invierno.
Si trazamos una línea desde el punto donde el Sol nace en el Solsticio de invierno, cruzando la columna Sureste, y otra línea desde el punto donde el Sol nace en el Solsticio de verano, cruzando la columna Noreste, ambas líneas se juntarán en un punto situado en el centro de una estructura formada por dos cubos. Esto desde luego varía de acuerdo a la latitud en donde nos encontremos, pero es válido para lugares como Egipto, Grecia, Babilonia y otros con latitudes similares.
Si en la esquina Noreste así como en la esquina Sureste, se colocan dos columnas, como en los Templos antiguos, la sombra de las columnas serán las líneas que pasarán por el centro del edificio. si en dicha estructura, en forma de un doble cubo, el piso tiene líneas en las direcciones de las sombras de las columnas durante los solsticios, tenemos un instrumento no solo para medir los Solsticios y los Equinoccios, los días cuando el Sol nace justo enfrente del edificio, pero también la duración del año y los ciclos de la Luna.
Los Solsticios marcan los días cuando el Sol cambia de dirección, se mueve Sur o Norte, indicando el incremento o decrecimiento del largo de los días.
En nuestros Templos las líneas paralelas al rectángulo que forman las columnas representan a los trópicos; la del norte al de Cáncer y la del sur al de Capricornio. El ecuador, por donde se forman los equinoccios es el centro de la Logia, por donde más pronto se llega a oriente y por donde deben pasar solamente los QQ:. HH:. que representan el ejemplo de la igualdad, recordemos que equinoccio significa el tiempo que el Sol esta y no, presente en la tierra en igualdad de tiempo, o sea, la igualdad del día y la noche. Además en una de nuestras liturgias el V:. M:. Ordena al H:. Exp. “Haced que el graduante ejecute su último viaje..... y detenedle como el sol en el en el Solsticio de estío. En este viaje, se detiene al graduante precisamente en la columna del norte. ¡claro que las columnas representan los trópicos¡”
Una persona al ser iniciada en los Misterios, se colocaba en la esquina Noreste del Templo, marcando el Solsticio de verano, cuando en el Hemisferio Norte, los días comienzan a decrecer. Este es el momento cuando cambiamos de curso, cuando comenzamos nuestro viaje interior, cuando nuestra búsqueda cambia de lo externo a lo interno. El Iniciado comienza a desarrollar sus características subjetivas, a costa de sus características objetivas.
Más adelante el Iniciado se colocaría en la esquina Sureste, marcando el Solsticio de invierno, la noche más larga del año, cuando en el Hemisferio Norte los días comienzan a crecer. Después que el Iniciado ha alcanzado su nivel de conciencia más profundo, él debe volver al mundo objetivo, pero ahora con un entendimiento totalmente diferente, que lo llevaría a entender alguno de los secretos de la Naturaleza.
Hoy en día la dirección de los Templos se ha invertido, avanzamos del Oeste, el lugar de las sombras, al Este, el lugar de la luz. Esto por supuesto asume que en algún punto dejamos el Este para dirigirnos al Oeste y ahora estamos regresando.

En tiempos antiguos, los Templos eran básicamente instrumentos para medir el tiempo. A través de esas medidas, nuestros predecesores aprendieron a entender los ciclos, los cuales no solo los ayudaron a sobrevivir pero también a mejorarse.

Podemos decir con seguridad que el comienzo del conocimiento fue la Astrología, donde el ser humano aprendió a vivir en armonía con la Naturaleza, a procrear, a parear los animales y eventualmente a desarrollar un medio ambiente seguro donde pudo comenzar a desarrollar su conciencia.
Los Antiguos Misterios no fueron organizaciones que nos entregaban o transmitían conocimientos de ningún tipo, sino que fueron lugares donde las condiciones apropiadas eran dadas a aquellos que estaban listos para iniciar el proceso de transformación de sí mismos.
Evolución y conciencia son conceptos que se relaciona íntimamente. Mientras la evolución es un proceso de abrir las puertas a aquello que está contenido o sugerido en nosotros, conciencia es el descubrir lo que está dentro de nosotros.
La interpretación de la Carta Astral describe nuestra naturaleza adquirida. Nos da las herramientas necesarias para conocernos a nosotros mismos y saber quienes somos realmente, de tal manera de poder integrar nuestro interior con el mundo exterior. A través de esta integración, podremos iniciar el camino de desarrollo personal y alcanzar la plenitud de nuestro potencial.
"Aunque el Destino puede estar escrito en las estrellas, es la misión del alma divina elevar el alma humana por encima del circulo de las necesidades"
El solsticio de invierno, marca el momento en que el tiempo se detiene; el presente se manifiesta en un instante de eternidad, absorbiendo el pasado que ya no existe y el futuro que todavía no existe, salvo como posibilidad.
Es un tiempo de silencio, recogimiento interior y meditación. La semilla se pudre en el interior de la tierra esperando pacientemente a que llegue el tiempo apropiado para crecer y manifestarse.
Es una costumbre muy antigua entre los Masones, celebrar las fiestas de San Juan de Invierno y San Juan de estío (verano); costumbre fundada en la tradición. ¿Cuál es, pues, el objetivo de esta festividad en las dos estaciones?.
Dentro del sistema simbólico ritualistico se celebran las fiestas solsticiales desde dos puntos de vista; el primero Místico como amor a Dios y el segundo Astronómico como amor a la Naturaleza. Desde el punto de vista místico y espiritual, le dedicamos el 24 de Junio con una Tenida especial a San Juan Bautista y otra el 27 de diciembre a San Juan Evangelista; a San Juan Bautista por la firmeza y fidelidad inmutables con que soporto el martirio antes de cometer una falta o traición a su Maestro, por su reprobación del vicio, y por su continua predicación del arrepentimiento y la virtud. Esas aptitudes, doctrinas de nuestra institución, así como la fidelidad que debemos guardar a nuestros hermanos, el soportar toda penalidad por defender nuestra filosofía, buscar el combate de nuestras pasiones, el arrepentimiento de nuestros errores cometidos y el combate de nuestros vicios, hizo pensar a nuestros pasados hermanos que era San Juan Bautista un filosofo y ejecutor de nuestro raciocinio filosófico; por tal motivo fue llamado patrón de los Francmasones.
Nuestra tradición desde los más remotos tiempos, nos hizo creer que el firmamento tenía dos puertas, una al norte y otra al sur, mismas que servían al Sol de limite al curso de su aparente recorrido por la bóveda celeste, para dar lugar a los solsticios invierno y de verano, también relacionados como de Capricornio y Cáncer.
Además en las Santas Escrituras, se habla de las puertas del cielo y del infierno, refiriéndose al punto más elevado del firmamento, hasta donde llega el sol cuando se encuentra lo mas lejos de la Tierra; ese momento es en el cual nosotros celebramos la festividad del Solsticio de verano y el momento de mas cercanía, en el solsticio de Invierno.
Razonamos que la naturaleza degenera durante el invierno y renace durante el verano, que es cuando nuestro astro Rey nos da la vitalidad necesaria para ello. La fiesta del Solsticio de Veranos se llama también la del reconocimiento en agradecimiento a G:. A:. D:. U:. por devolver la vida al campo, y la del solsticio de invierno la de la Esperanza, de que todo vuelva a renacer después del invierno.

CONCLUSIONES

Con estos fenómenos ocurriendo todos los días de nuestras vidas, terminamos por internalizarlos de manera simple, es decir, entendemos al verano como una estación alegre y el invierno como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, sin embargo, los dos solsticios tienen un carácter un poco más profundo que lo que parece.
Si efectivamente lo miramos desde una perspectiva circular, regeneradora, descubriremos que lo que ha alcanzado su máximo potencial, no puede hacer otra cosa que decrecer de manera natural y lo que ha llegado a su mínimo no puede, al contrario, sino comenzar a crecer a continuación; por eso el solsticio de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio de invierno, inversamente, el de su mitad ascendente; y esto explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, las palabras que San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival, es decir el del verano, dice: "Él (Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que crezca, y yo que disminuya". (San Juan, III, 30.)
Del mismo modo Sabemos que en la tradición hindú, la fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna, y la fase descendente con el pitr-yâna; por consiguiente, en el Zodíaco, el signo de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano, es la "puerta de los hombres", que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio, correspondiente al solsticio de invierno, es la "puerta de los dioses", que da acceso al deva-yâna.
En realidad, visto así, el período "alegre", es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del ciclo anual, y su período "triste", es decir, maléfico o desfavorable, es su mitad descendente; y el mismo carácter pertenece, naturalmente, a la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar; por lo demás, en el Cristianismo las fiestas de los dos San Juan están en relación directa con los dos solsticios y aunque nunca la hayamos visto indicada en ninguna parte, está expresado, también de algún modo en el doble sentido del nombre de "Juan".
Y decimos esto, porque la palabra hebrea hanán tiene a la vez el sentido de "benevolencia" y "misericordia" y el de "alabanza", del mismo modo que en nuestra lengua, palabras como "gracia o gracias" tienen también esa doble significación; por consiguiente, el nombre Yahanán o más bien, Yehohanán puede significar "misericordia de Dios" y también "alabanza a Dios".
Y es fácil advertir que el primero de estos dos sentidos parece convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el segundo a San Juan Evangelista; por lo demás, puede decirse que la misericordia es evidentemente "descendente" y la alabanza, "ascendente", lo que nos reconduce a su respectiva relación con las dos mitades del ciclo anual, lo mismo que se expresa en el doble rostro alegre y sufriente del Dios Jano.
Nosotros conocemos la experiencia de la cámara de reflexiones, de este duro camino interior hacia nuestro propio infierno, aislándonos hacia adentro, penetrando el centro mismo de las cosas para entender cual es la esencia de las cosas y cual su apariencia, así en lo más profundo de nuestra ser, en la noche más larga de nuestro viaje celeste, sólo nos queda una antorcha: nuestra razón resplandeciente, que apenas ilumina algunos restos óseos, que figuran otra realidad, la verdad brutal, privada del velo de las ilusiones, en el fondo del V.:I.:T.:R.:I.:O.:L.: alquímico: “Visita Interiora Térrea Rectificando Invenies Occultum lapidem” (visita el interior de la tierra y rectificando –por purificaciones- encontraras la piedra oculta de los sabios).
Entonces en la noche más larga descubrimos la piedra filosofal, nuestra piedra cúbica francmasónica, sustento de las certezas que requiere el espíritu, roca firme, angular y cristalización salina de nuestro YO y de la construcción intelectual y moral que constituye la gran obra.
Respecto de lo anterior, bástenos recordar de nuevo los misterios de Eleusis y Ceres, en donde el recipiendario, el iniciado, era símbolo de la semilla en la tierra, que sufriendo la putrefacción da origen al nacimiento de la flor de oro y a su proceso de individuación nacido desde sus propios sueños arquetípicos.

QQ.:HH.: ya preparados para los tres cantos del gallo, que anuncian el fin de la noche y el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Se da cumplimiento al proceso, a la etapa ascendente de nuestro propio invierno interior.
Esto celebramos en nuestras fiestas solsticiales; la fé ciega, la esperanza y el amor, estas virtudes teologales que son la certidumbre de que a pesar de la oscuridad nacemos una y otra vez en la circularidad interminable de los días, los múltiples nacimientos y muertes que hemos de tener en nuestras vidas, sin más armisticio que el eterno retorno al uno todo.
Las fiestas solsticiales son el momento simbólico en que los masones nos recogemos hacia el interior de nuestro microcosmos y advertimos nuevas verdades morales y nuevas realidades espirituales, que nos permiten continuar con la gran obra.

Así también se produce en el macrocosmos el áureo proceso de los movimientos celestes de las esferas y de la armonía con que se regenera el universo, armonía que está en consonancia con nuestros propios acordes interiores, que resuenan en nuestro YO con la mística melodía de las esferas.
A medianoche en punto, en lo más profundo de la oscuridad del solsticio invernal, Hiram muere, el Templo es destruido; pero esto no es sino el anuncio de la resurrección del Maestro y la renovación de los trabajos del Templo.
Si desde cierta perspectiva el curso de la naturaleza es circular, desde una perspectiva más amplia y elevada, el camino que sigue el iniciado es una espiral ascendente.
Y es preciso que el Templo construido a lo largo de un ciclo sea destruido al final del mismo, pues constructores como somos si no hubiera templos que construir no tendríamos trabajo.
Quizás llegue un día en que debamos dejar nuestros útiles y nuestro lugar en los trabajos, pero será porque habremos cruzado la puerta del solsticio; esa puerta para cuya apertura invocamos la ayuda del G:.A:.
Como expresa el ritual: “Renovemos la antigua alianza de los constructores, danos fuerza para abrir las puertas del solsticio y permite que la voluntad que un día sembramos ascienda a través del laberinto de nuestra piedra”.
Esa es nuestra tarea: Iluminar y si continuamos en el esfuerzo diario, llegará algún día la Luz de la Verdad a todas partes. Así contribuiremos decididamente con la obra de nuestra Obediencia para instaurar una Masonería Liberal y A dogmática y de esa manera incidir positivamente en esta sociedad que tanto requiere de los imperecederos y fundamentales principios que animan a nuestra Augusta Institución.
Logias numerosas y fuertes dependen de nosotros, así tendremos eslabones firmes de noble metal que estarán sosteniendo firmemente nuestra construcción.
Nuestro más firme deseo es abocarnos decididamente a la construcción del Porvenir. Que podamos pulir nuestra piedra bruta para obtener la piedra cúbica y con ellas edificar el Templo de la Humanidad. Para ello es necesario reunir a los hombres y mujeres de buena voluntad, libres y de buenas costumbres que desean un mundo mejor. Unir lo que está disperso. Nuestra argamasa es precisamente el Amor de la Cadena de Unión. Los lazos que nos unen deben ser realmente de Amor y de Unión.
Esa es nuestra meta, trabajar, y al igual que el Sol que en el Solsticio de Invierno comienza su marcha ascendente, difundir la Luz del Conocimiento y el Bien para vencer las tinieblas de la ignorancia y el mal. Es hora de ponernos en marcha. Estamos seguros de que si todos nos empeñamos lo lograremos y a partir de este Solsticio los días se harán más largos venciendo a la oscuridad con la llegada de la Luz de la Verdad.

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