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martes, 22 de noviembre de 2011

Los Tres Grados Simbólicos

El fundamento de la masonería es enseñar la ley de evolución y su termino , el hombre en su afán de perfeccionamiento. No es posible hallar una verdadera interpretación de la masonería si no se relaciona con el proceso evolutivo de la humanidad.
Todo en ella gira en torno de un progreso gradual de la oscuridad a la luz y todo lo que la luz trae consigo. Sus ceremonias se caracterizan por viajes circulares, indicando ciclos evolutivos de oriente a occidente y de occidente a oriente, o sea de la oscuridad a la luz. Tiene una estrella en el oriente simbólico para guiar hacia allí al masón a través de la noche oscura en que camina. Para cada grado simbólico tiene pasos progresivos hacia el oriente de la luz.
La logia, como simbolismo del ser tiene un plano inferior y otro superior, indicando que, en el progreso hacia el oriente se asciende a un plano superior de la vida y de ser. A tal efecto, tiene escalones representativos de sus tres grados simbólicos por los cuales se asciende a ese plano superior. Le presenta al masón, apenas entra al Templo, una piedra bruta y otra pulida y cúbica para indicarle su objetivo de realización.
Nadie dejará de reconocer que la evolución es un proceso universal y natural.
Ninguno de nosotros es un producto acabado. Estamos siempre en proceso de evolución. La historia del hombre ha sido la historia de la búsqueda y del descubrimiento del sendero evolutivo dentro de uno mismo, aceptando sus condiciones, soportando sus disciplinas, ha recibido sus salarios y alcanzado sus metas. La existencia de ese camino cuenta con el testimonio de todos los que lo han recorrido conscientemente. Es el sendero hacia la realidad suprema que, en masonería, está representada por el oriente simbólico.
La masonería muestra, simbólicamente, el drama de la evolución humana. También los pasos mediante los cuales se llega a la meta de perfección del instrumento de manifestación que tiene el ser supremo en nosotros. Muestra el objetivo de realización del individuo; enseña el camino del crecimiento espiritual y las leyes a que obedece este crecimiento. Empero tenemos que recorrerlo palmo a palmo; el progreso depende de nosotros.
Este es un camino de experiencias que nadie puede vivir por nosotros. No tiene atajos, requiere el roce de la vida que ningún libro o maestro puede otorgarnos.
A diferencia de todos los otros seres en el mundo material, el hombre es el único que tiene la capacidad para tomar su evolución en sus propias manos. De ahí su posibilidad de autorrealización. El puede acelerarla o retardarla. Pero sea cual fuere su duración, tiene que pasar, indefectiblemente, por las tres etapas del proceso natural de la síntesis que caracteriza el proceso evolutivo: 1) la siembra de la semilla, 2) su germinación y crecimiento, y finalmente, 3) su fructificación.
Tratándose de una evolución en conciencia, este proceso va encaminado a la adquisición del elemento más valioso y más importante para el hombre y para la masonería: ¡LA LUZ! Aquello que se conoce como la luz de la conciencia, o del conocimiento, es una síntesis emergente de las experiencias vividas.
Tratándose de cualquier tipo de evolución, es indispensable la existencia de grados sucesivos de realización. Efectivamente, en lo que concierne al desarrollo de la luz de la conciencia en los seres humanos, éste consiste en tres etapas, comprendidos en el sistema masónico por sus tres grados simbólicos.
Estos grados corresponden a las mismas tres etapas del proceso evolutivo de la luz de las ideas que viene del razonamiento ;y son: 1) el análisis, 2) la correlación y 3) la deducción o la síntesis.
El primer grado, el de aprendiz, comprende esa etapa de desarrollo de lo que  en psicología se llama conciencia individual. Está bajo la dirección del segundo vigilante, que representa la personalidad. Esta integración tiene por finalidad hacer que la personalidad se vuelva un instrumento equilibrado, coordinado y armónico, de manera que pueda sintonizar y expresar con fidelidad a ese Ser Superior que hay en nosotros.
Esta integración exige disciplina, ejercitar, desarrollar y controlar los tres aspectos (físico, emocional y mental) de nuestra personalidad para lograr un domino completo sobre ellos, originando una armonía total.
De ahí que la disciplina sea la principal característica de este grado. Esta etapa corresponde, a la del análisis de tendencias opuestas y luchas dentro de uno mismo, para coordinarlas e integrarlas gradualmente en un todo armónico.
El segundo grado, el de compañero, comprende la etapa de correlación. El nombre mismo del grado sugiere compañerismo o correlación. En este grado de desarrollo se trasciende la conciencia individual separatista del primer grado y se desarrolla la conciencia grupal integrando la personalidad con la de los demás hermanos de logia y de otras logias, lo que equivale a una expansión de la conciencia.
El tercer grado, el de maestro, corresponde a la etapa de la deducción o la síntesis y resume los grados anteriores. Está bajo la dirección del Venerable Maestro, que representa el Espíritu o Ser Supremo en nosotros. En esta etapa evolutiva uno se integra con el Todo y adquiere una conciencia universal, la cual está en correspondencia con el carácter universal de la masonería.
Este proceso de integración como se ve, conduce a planos cada vez más amplios de luz y comprensión, acercando al hombre, gradualmente, a la liberación de las limitaciones que son propias de la oscuridad en que vive.
El método para llegar al objetivo de integración que marca cada grado, en lo que respecta al sistema masónico, está señalado por las siguientes reglas:
1. - Las reglas de disciplina y meditación aplicadas con la acción o el ejercicio continuo.
2. - La rectitud de la escuadra aplicada con todo el corazón.
3. - La voluntad del mallete aplicada con toda la mente.
Estas tres etapas de la evolución humana constituyen unas características de todos los tiempos para todos los hombres en todas partes. En la masonería estos tres grados son solo simbólicos. Hay muchos masones que ostentan el tercer grado, el de maestro y que apenas están en los primeros peldaños del grado de aprendiz en la escala evolutiva. Hay, también , aprendices que, en realidad, son maestros. En el verdadero sentido de la palabra.
La finalidad de estos grados simbólicos es presentar al masón tres objetivos de evolución de la  conciencia, los cuales debe esforzarse por alcanzar, para que el grado simbólico que ostenta esté más lo cerca posible del grado evolutivo que ha alcanzado.
El camino evolutivo, en el cual se funda la masonería, es, desde todo punto de vista, práctico y útil. Significa, para el que recorre, un progreso en capacidad mental, conocimientos, visión, sabiduría y fuerza espiritual. Significa pasar, primero, de la oscuridad a la luz; segundo, de la irrealidad o el engaño de si mismo a la realidad, finalmente, de lo perecedero a lo imperecedero. Todo esto redunda en un progresivo dominio sobre si mismo y sin destino, con una vida más abundante y un panorama más amplio de la vida y de las cosas.
Prueba de ello es que en logia se reciben los salarios en la columna del primer vigilante en el occidente, quien representa el alma en la oscuridad, queriéndose implicar que es el alma de cada uno la que recibe los beneficios de los trabajos realizados en forma de luz de la conciencia.
La masonería nos ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso del alma humana en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y nos ofrece luz para que podamos aprovechar este impulso en vez de tratar de oponernos a él.
La masonería procura imponernos que lo que mas debe preocuparnos, como masones, es la realización del individuo; que esto, a su vez, es posible sólo en la medida que podemos ayudar a éste, a encontrarle significado y propósito a la empresa humana de vivir.
Procura demostrarnos, en fin, que seremos esclavos de nosotros mismos y susceptibles a circunstancias limitadoras sólo hasta ese momento glorioso en que alcancemos el grado supremo de maestro, tras haber trascendido, en forma efectiva, los grados anteriores de evolución.

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