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miércoles, 25 de abril de 2012

Los Enemigos de la Masonería


¿Cómo es posible que la Masonería tenga enemigos?

¿Los tiene realmente?

Claro que los tiene y son poderosísimos.

No, los verdaderos enemigos no están afuera, sino adentro, al interior de las logias, disfrazados, camuflados, personificados, reconocibles, con nombres y apellidos. Así como decimos que tal o cual persona es la encarnación de la virtud, la belleza, la bondad, la equidad, etc., así también hay personas que son encarnaciones de lo contrario, de lo negativo, de lo viciado.

He aquí una lista negra de esos indeseables enemigos:

-El mentiroso convencido de que dice la verdad.

-El ignorante que pretende saber y en realidad no sabe.

-El innovador que pretende cambiar esto y lo otro, a su pinta, especialmente el que viene de otro Rito.

-El prepotente, con ínfulas de pavo real, sobre todo si ha alcanzado un alto grado.

-El falsificador de documentos, de firmas.

-El calumniador que difama a su Hno.(a) a espaldas del afectado.

-El plagiador de trabajos, tomados de otras personas o bajados de Internet; de diplomas.

-El acosador que con mentiras, con ofrecimientos de grados, si está en posición tal de otorgarlos; que pretende “purificar” el “aura” de sus HH:. con ceremonias de su demencial invención.

-El ladrón que se queda con los fondos de su logia u Orden. Lo curioso e inexplicable es que este espécimen siempre tiene cómplices y defensores.

-El borracho que en su falta de control y de criterio se aprovecha del ágape para embriagarse.

-El cómplice de las malas acciones de otro.

-El perjuro que no respeta ninguno de sus juramentos prestados en diferentes grados

-El irrespetuoso y anarquista que no está dispuesto a acatar el orden jerárquico de la Orden pese a haberse comprometido a ello libremente.

-El “regularítico” que padece de “regularitis” crónica especialmente cuando le conviene y que vive descalificando otros ritos masónicos que no conoce ni practica.

-El aprovechador que trata de obtener beneficio personal de su condición de masón, pecuniario o de influencia social y política, y que seguramente ingresó a la Masonería con esta intención.

-El intolerante que no soporta las ideas, opiniones ni comentarios contrarios a los que él(ella) detenta no obstante que la Masonería preconiza la tolerancia (principio que debe tener necesariamente un límite para que se conserve como una virtud).

-El que ve en la Masonería una especie de “carrera de grados”, una escalera jerárquica al estilo militar.

-El “vivo” que logra grados adulando o comprando grados que no tiene ni merece.

-El que se otorga a sí mismo grados para poder liderar y mandar.

-El divisionista, el separatista, que quiebra la Orden para crear otra según su personal estilo, y que a su vez es víctima de otros divisionistas que inventan otra Orden, etc. (carioquinesis masónica).

-El moroso que siempre se encuentra atrasado en sus cotizaciones pretendiendo que la Orden le proporcione comodidad y enseñanza.

-El inventor de grados superiores no precisamente para mejor exponer una doctrina superior, sino para liderar una Orden con aparentemente mayor autoridad que sus antecesores. (De este linaje fueron Ramsay, Esteban Morin, Grasse-Tilly, entre otros)

-El que apela a la “fraternidad”, mal entendida obviamente, para que se ayude y que después de recibir la ayuda se olvida de la “fraternidad” y se aleja de la Orden sin dar aviso ni explicaciones.

-El que hace caso omiso de las normas institucionales cuando le conviene.

-El que se ausenta de su logia cuando le da la gana y que pretende volver a ella y ser recibido en gloria y majestad, abusando de la tolerancia y fraternidad.

-El que no cumple no con sus trabajos ni con su asistencia, y pretende igual que se le considere para un grado superior.

-El que en una actitud psicológica bipolar saluda a todos(as) con aparente afecto fraternal para criticarlos el retirarse de su logia.

-El que evade asumir un cargo oficial de menor cuantía aparente como no sea el de S.·.V.·., P.·.V.·., V.·.M.·. u Orador.

-El que no cumple bien el cargo asignado y libremente aceptado.

-El impuntual que siempre llega atrasado a la tenida, sin sus paramentos a veces, y que se retira lo antes posible con pretextos increíbles.

-El que al hacer uso de la palabra para dar su opinión sobre el tema presentado e logia, comenta cualquier otra cosa sin atingencia con el tema, pero que pretende que se le escuche igual.

-El político, o el politiquero más bien, cuyos comentarios en logia llevan siempre un sesgo político (de centro izquierda con frecuencia) y que desearía que la Masonería e involucrara un poco más, o bastante más, en la política contingente del país, que, por supuesto, no es el objetivo fundamental de la verdadera Masonería.

-El agnóstico o ateo que no cree en nada espiritual, para quien lo espiritual es sinónimo de intelectual y que vería con sumo agrado que se eliminara el concepto y la alusión al G.·.A.·.D.·.U.·. en los rituales con que opera la verdadera Masonería, principio Supremo, sin el cual la logia no pasa de ser una especie de club social con un techo intelectualoide.

-El alérgico a la Biblia, el Libro de la Ley o Libro Sagrado, y que desearía verla reemplazada por la Constitución política del país, convirtiendo a la logia en un taller social, intelectual y político. Esto no es Verdadera Masonería en ninguna parte.

Y así tantos otros.

En conclusión, los verdaderos enemigos de la Masonería están en la propia mente y personalidad de algunos de sus enclenques adherentes. Estos elementos viciosos destruyen logias y ordenes. Son perversos adeptos que nunca lograron despejarse de su profanidad, profanos amandilados, que mancillan el templo que los aceptó y cobijó con fraternal afecto.

Y a propósito de la expresión “profano amandilado”, el profano con mandil es quien la iniciación no surtió ningún efecto; es quien no se produjo un cambio de consciencia de lo inferior a lo superior, de lo profano a lo propiamente inciático; es quien la transmutación alquímica de los “metales” fue un rotundo fracaso.

¿Qué correspondería hacer con estos malos elementos?

Son delincuentes psicopáticos que tienen necesariamente que se eliminados y expulsados de la Orden para que la Verdadera Masonería siga viva y sana. Son como tumores malignos que aparecen en el cuerpo de la Orden y que hay que extirpar por doloroso que sea.

Y, al exponer a la luz a estos siniestros personajes, verdaderos demonios encarnados y camuflados que medran en la tierra feraz de la Masonería (y en cualquier otra institución religiosa o iniciática por espiritualista que sea), no estamos propiciando una suerte de persecución o quema de pseudo-iniciados, sino, más bien, para que permanezcamos alertas y no permitamos que personajes de esta calaña socaven y destruyan una institución tan respetable y digna de ser preservada para bien de la humanidad.

POR JUAN JOSÉ SAVEDRA


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