Tolerancia: del latín tolerare, el cual significa “soportar”,
“sostener”, se refiere al grado de aceptación respecto a un elemento contrario a
una regla moral, civil o física. Dicho en otras palabras, la tolerancia es la actitud que una persona tiene respecto a aquello que es
diferente de sus valores. Es importante, en este punto, diferenciar la tolerancia
de la indiferencia, esta última niega la atención a los valores del prójimo
como una forma de superar cualquier diferencia que pueda originar alguna disputa, lo que en el fondo
anula la postura contraria o diferente, contradiciendo lo que en el fondo se busca, el respeto por las
creencias, ideales o carácter del otro.
La
práctica de la tolerancia en nuestro discreto grupo humano se entiende como la
capacidad de escuchar y aceptar a los demás, comprendiendo el valor de las
distintas formas de entender la vida. Sin embargo, estas formas de entender el
mundo, por muy extremas que sean no pueden ir en contra de los derechos
de los demás, por
ello quedarán descartadas posturas de supremacía racial, sexual, religiosa,
social, espiritual, entre muchas otras que buscan la anulación o el exterminio
del prójimo. No hay tolerancia en aquellas posturas extremas aunque se afirme
lo contrario.
En 1996, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró
al 16 de noviembre como
Día Internacional para la
Tolerancia , una jornada que, cada año, se dedica a la organización de actividades
orientadas a promover la tolerancia.
Como
dato anecdótico, en medicina, la tolerancia está vinculada a la sensibilidad que una persona
tiene respecto a una sustancia (un remedio). Es posible afirmar entonces, que
algo externo que fue ideado para curar nuestras dolencias internas podría ser
rechazado por la sensibilidad de nuestro organismo generando anticuerpos que
expulsarán de nuestro sistema aquel componente extraño.
La
tolerancia en su origen es un componente biológico, más que sicológico, que
dispara defensas en todo orden físico, para evitar dañarnos o causar algún
malestar que ponga en riesgo nuestra vida y por ende nuestra existencia como
grupo y finalmente nuestra permanencia como especie. Es así como lo intolerable
en una situación extrema o de riesgo vital nos puede matar, pero si no lo hace
nos hará más fuertes.
Fraternidad: del latín fraternĭtas, el cual significa “afecto”,
“vínculo entre hermanos o entre quienes se tratan como tales”. Los sinónimos
más conocidos de este término son: hermandad, amistad y camaradería.
Generalmente
la fraternidad se rompe cuando se traiciona el afecto entre Hermanos. Por ello
las organizaciones fraternales son aquellas cuyos miembros se comportan como
una hermandad. Es un ejemplo claro y cercano nuestra sociedad secreta (con
organización estricta y con acuerdos de confidencialidad), en la cual: “Si un miembro de la fraternidad esta en problemas, tenemos la obligación
de ayudarlo”.
Para la
filosofía, la fraternidad es la buena correspondencia y la unión entre personas
con un fuerte vínculo afectivo. El concepto aparece como dogma religioso en la Biblia y es enseñado como
principio filosófico desde los estoicos griegos y romanos. La noción forma
parte del lema de la república francesa (“Libertad, Igualdad, Fraternidad”).
Porque
lo real y verdadero para nosotros no es lo sabido o conocido, sino lo por
conocer y descubrir en cada una de nuestras existencias que se unen y avanzan
unidas por una cadena de fraternidad que se rompe solo por la desaparición de
uno de los nuestros, pero que se vuelve a unir cada vez que un nuevo iniciado
renace y ve nuevamente la luz.
Cada
uno de nosotros, masones y aprendices, estamos hechos de valores y antivalores.
Verdades y falsedades inundan nuestra mente cada vez que queremos interpretar y
vivir cada una de nuestras realidades particulares, nuestra finitud hace eco en
nuestras debilidades y también en nuestras fortalezas, creemos en el otro
porque no tenemos más opción, confiamos ciegamente en el otro porque no tenemos
nada que perder, miramos la luz de cuando en cuando por que de otra forma nos enceguecemos,
es demasiado ardua la tarea de vivir perfeccionándonos, buscando para ser encontrados,
golpeando para ser recibidos, pidiendo para ser bendecidos. Nos sobra
fraternidad y tolerancia, pero nos falta valor para aceptar y reconocer que sin
el otro no llegaremos muy lejos, imaginar que la perfección es algo alcanzable
nos tranquiliza, pero nuestro inconsciente se encarga de revelarnos verdades
olvidadas, más originarias que la misma filosofía. El cuerpo se gasta con los
años en un proceso biológico natural, tal como se suavizan asperezas en nuestra
piedra bruta con los golpes que nos da la vida misma, ella es nuestro mazo y la
razón nuestro cincel, quitamos con ella todo lo que no somos, pero también lo
que hemos sido siempre. En nuestro vigoroso corazón de masón, hasta el último
aliento de vida, yace también el origen de nuestra propia especie, que lucha
incansablemente por superarse, por encontrar la verdad, la justicia y la luz
que nos guíe cuando nos alcance la muerte.
Bibliografía
La
Fraternidad Permanente y la ocasional, autor D.B. Revista Masónica de Chile,
año XLVI septiembre octubre 1969 N° 7 y 8.
Proposiciones
para una reflexión en torno al tema de la Fraternidad , Jorge
Blas Morales, aprendiz de la
Logia Atenea N° 67. Revista Masónica de Chile año LIV Julio
Agosto 1977, N° 5-6.
Sitio WEB
http://definicion.de/
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