“VIRTUDES CARDINALES Y TEOLOGALES CAMINO DE PERFECCIÓN”
La Francmasonería es la conquista de los apetitos y pasiones; una continua
lucha de lo espiritual contra lo material y sensual.
A. Pike, Moral y Dogma XXXII. 858
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay
virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses Cáp.. 4:
Brees. 8.
A los hermanos que lleguen después de estar abiertos los trabajos en logia,
y sobre todo en tenida instructiva se les hacen las siguientes preguntas:
V:. M:. De
donde venís, Q:. H:.?
La palabra “virtud” deriva del
“LATIN” virtus, virtutis, que significa fuerza, poder o potestad. Es por lo
tanto una capacidad espiritual, una fuerza esencial divina, por excelencia, que
crece y se aviva con la actividad, y por lo tanto alienta al iniciado y lo
capacita para la lucha interior, contra las bajas pasiones y tendencias, los
malos hábitos y las inclinaciones negativas. Para realizar el bien y
perfeccionar la naturaleza inferior.
El ser humano en general tiene tendencia a la vez hacia el bien, y el mal,
ambas en apariencia, son duales en esencia es trino y en lo absoluto es “UNO”.
Pablo lo refiere claramente en las epístolas a los ROMANOS Cáp. 7: Brees.
15-18 y 19… Porque lo que hago, no lo entiendo: pues no hago lo que quiero, si
no lo que aborrezco, eso hago. (15) y yo sé que en mi, esto es, en mi carne
(Psíque) no mora el bien; por que el querer el bien está en mi, pero no el
hacerlo. (18). Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero,
eso hago. (19).
GALATAS Cáp. p. 5: Brees. 17… Porque el deseo de la carne (psíque) es
contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y estos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Esta dicotomía en el ser humano, que se encuentra atrapado entre dos
fuerzas o principios que constituyen el sello que marca el mundo de los efectos
y la ley que gobierna toda la manifestación, y se pueden equilibrar a través
del ESTUDIO DE LA CIENCIA Y LA PRÁCTICA
DE LAS VIRTUDES.
ARISTÓTELES consideraba que, la “VIRTUD”
es el justo medio entre dos tendencias humanas opuestas, que pueden llamarse en
general, exceso y defecto. Defecto (cobardía), y exceso (temeridad), pero este
justo medio no es un simple término ya que, como el ejemplo mencionado, no es
el valor, una tibia mezcla de cobardía y temeridad, que sólo sería una actitud
mediocre, si no lo justo que es, a la vez un término medio y un extremo, como
si fuera el ángulo vértice de un triángulo ubicado entre dos ángulos de la
base, pero superior a ambos. Y así este justo medio no podrá tener ni exceso ni
defecto.
Las virtudes sirven de coadyuvantes, y a través de su práctica continua y
perseverante, y ello unido al estudio de la propia esencia conduce a la
perfección.
Fundamentalmente con el dominio de la voluntad, observación y atención
constante sobre sí mismo, y desde el “SER” se llega al dominio de la mente, el
cuerpo y las emociones.
Al hablar de las pasiones, por no decir instintos, nos referimos a uno de
los vehículos o formas de expresión humana. Una tendencia instintiva es una
necesidad interna que busca ser satisfecha. Es una necesidad continua, que solo
desaparece cuando es satisfecha…, de la misma manera que el hambre desaparece
después de comer, o el deseo sexual después de un orgasmo. Las dos principales
tendencias instintivas que dominan el comportamiento humano son la tendencia
libidinosa y la tendencia agresiva. La tendencia libidinosa comprende no sólo
la tendencia sexual, sino todas las emociones y necesidades comprendidas en el
amplio espectro de la naturaleza humana. Los instintos son entes de reacciones
automáticas, que aprendieron algo muy peligroso: “A no dormir jamás”. A través
de su larga evolución, y dentro de sus posibilidades, han alcanzado algo que
podríamos llamar: “CONSCIENCIA CONTINUA”; son inexorables, no se puede dialogar
con ellos porque conocen la vieja lección de los que piden dialogo, son los que
pierden la batalla.
Lo más bestiales instintos, pueden presentarse como obras de amor para el
místico; como ideas en el intelectual; como necesidad de acción en el hombre de
voluntad. Para saber diferenciar un instinto, lo único que puede darnos la
pauta es su “FINALIDAD”. Todo aquello que sabotee la línea espiritual que el
hombre se propone seguir, es un instinto; por lo tanto, se trata de un enemigo
y ante el enemigo, solo caven dos posibilidades: Matarlo o que nos Mate. Los
tratados de paz, no son más que intervalos para poder armarse mejor.
AL INSTINTO, hay que tratar
de matarlo, es decir, CANALIZARLO
ADECUADAMENTE, (toda muerte no es más que una re-canalización).
Para canalizar un instinto, no hay nada mejor que mantener la mente en la
región de los elevados pensamientos.
Según EVAGRIO PÓNTICO, monje griego, de los padres del desierto (345 - 399
d.C), considera que los (3) impulsos fundamentales humanos son: COMER (gula)
SEXUALIDAD (lujuria) y CODICIA (avaricia) y que, han de dominarse mediante un
ascesis, entendiendo por “ASCESIS”
todo aquello que en la vida espiritual es ejercicio, esfuerzo, lucha y
privación contra sí mismo y contra todo aquello que obstaculice el camino
correcto de perfeccionamiento espiritual. En suma de lo que se trata realmente
es de la “Disciplina”, no para
aplastar los instintos sino para formarlos a fin de que estén a nuestra
disposición como una fuerza potencial. Si reconocemos que el yo animal, nos
tiene en su puño, y que vivimos más para sus necesidades, que para aquello que
lo trasciende, caeremos en cuenta que perdemos energía tiempo en vestirlo,
darle de comer, bañarlo, cobijarlo, mimarlo, respetarle sus caprichos,
pasiones, sexualismo, etc. El yo animal asfixia al yo espiritual, semejante a
un pajarillo encerrado en un vaso sin recibir el aire necesario para vivir.
Nosotros no nos hemos dado cuenta, de nuestra propia esclavitud, puesto que, DORMIMOS PROFUNDAMENTE. El yo animal en
mis instintos, en mis emociones, en mis sentimientos, ¿pero quién gobierna a
quien? ¿Quién ordena lo que debe ser ordenado?. Por eso decía Pascal que “las
pasiones dominadas son virtudes”. Pero si le falta el cauce a la pasión, esto
es, el dominio de uno mismo, esta energía sin control es capaz de arrasarlo
todo, como es el caso de un caballo desbocado, sin control ni jinete que lo
controle. De allí muy valido el lema masónico “ORDO AB CHAO”.
Por regla general los hombres piadosos (místicos) e iniciados de todas las
épocas, han luchado por un lado contra las tentaciones (pasiones) por medio de
la oración, el ayuno, las mortificaciones, etc. Y por el otro, el ejercicio
completo de la voluntad a fin de reducirlas a la obediencia, mediante una
ascesis que asume el significado de esfuerzo metódico; y que permite una
armonización de dichas pasiones supeditándolas a los dictámenes de la razón y
la voluntad.
En la Masonería operativa el trabajo consiste en actuar sobre la
individualidad psíquica. Lo que se define como “devastar la piedra bruta”, es
decir: actuar volitiva e intencionalmente sobre los aspectos más oscuros de la
individualidad humana con el propósito de transformarlas en fuerzas de bien.
Como dice un Swamy Hindú: “Vida simple, pensamientos elevados”. “La
sencillez”, es la clave, una vida sencilla, implica descartar la ganancia, se
abandona la astucia, se disminuye el egoísmo y se reducen los deseos.
“LA ESFINGE” según una
remota tradición egipcia recogida y poetizada por los griegos; es un monstruo
con cuerpo de bestia y cabeza de hombre, es decir se la representaba con CUERPO
DE TORO, GARRAS DE LEÓN, ALAS DE AGUÍLA Y CABEZA DE HOMBRE, echada sobre el
vientre, silenciosa y mirando hacia el “ESTE”, por donde sale el sol.
La antigua versión egipcia, hoy prácticamente desconocida, dice que las
partes de la esfinge crecieron en animales diferentes, que de ellos surgió
luego una cabeza de apariencia humana, pero muda y terrible, y que este
engendro corría, nadaba y volaba, devorando y destruyendo lo que hallaba a su
paso, hasta que THOT (el Dios Hermes de la versión griega, el mercurio de los
romanos, el BUDDHA de los Arios primitivos) penetró en ella, animó la insensata
cabeza y entonces la horrible bestia se echó, domada, sobre su vientre.
Esta actitud de la mente, esta iluminación es el conocimiento real. Produce
humildad y rechaza el orgullo.
En occidente se personifica las bajas pasiones a través de animales: EL PAVO REAL: representa el orgullo y
la altivez. EL MACHO CABRIO:
hediondo y lujurioso personifica la concupiscencia y toda inmundicia. EL CERDO: es símbolo de la
intemperancia, gula embriaguez y relajación. EL SAPO: se alimenta de inmundicia, representa la avaricia que
impulsa a codiciar con afán terrenal. EL
TIGRE: bestia fiera y cruel signo de la ira y malicia que lleva a cometer
hechos característicos de tan feroz animal. LA SERPIENTE: símbolo del engaño, malicia y astucia. LA TORTUGA: se mueve lentamente
recuerda la pereza y tibieza, vicio que priva de interés y de toda propensión
al bien. Es decir si la divinidad prima en el hombre se adquiere las cualidades
del CONOCIMIENTO, SABIDURÍA, FÉ Y VERDAD.
Retomemos nuevamente las epístolas, de Santiago Cáp. 3: Brees. 13-14-15 que
dice: ¿Quien es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta
sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en
vuestro corazón, no jactéis ni mintáis contra la verdad: porque esa sabiduría
no es la que desciende de lo alto, sino, TERRENAL,
ANIMAL, DIABÓLICA.
Así en el Budismo, también las pasiones son dificultades con que tropieza
el discípulo: por ejemplo, leemos algunos aforismos: “Tal como un pez sacado de
su acuoso hogar y tirado sobre el suelo, así tiembla y se agita la mente cuando
ha de abandonar el mundo de las pasiones, que es tan difícil trasponer.”
Además considera que, es “EL DESEO” (Tanha) la causa del dolor, esa sed
insaciable que conduce a la renovada existencia acompañada del deleite sensual,
la codicia que busca la satisfacción ora aquí, ora allá; es decir el “Deseo” para la gratificación de las
pasiones a través de los sentidos materiales necesario es pues la EXTINCIÓN del deseo.
Las Virtudes Cardinales son el fundamento de las Teologales y son cuatro:
PRUDENCIA, JUSTICIA, FORTALEZA Y TEMPLANZA; y desempeñan un papel fundamental
por eso se les llama cardinales, todas las demás se agrupan en torno a ellas.
Las Teologales no admiten equilibrios, por cuanto son Supra-racionales, y
vinculan al individuo con lo infinito, y es necesario desconectarse de todas
las fases del conocimiento, basado en la experiencia para poder llegar a ellas.
LA PRUDENCIA no es más que
una vida conforme a la realidad, una persona que es prudente por virtud se
inclina a la realidad tal cual es, la penetra realmente y no se deja guiar ni
por las pasiones desenfrenadas, ni por sensaciones, sin control de dominio. Su
conciencia es en cierto modo la prudencia misma. Esta nos preserva de la
impulsividad de nuestro genio, y tiene a raya los desbocamientos de nuestro
temperamento y nos disuade de dejarnos por nuestras fantasías e ilusiones.
LA JUSTICIA nos da sentido
del bien común, combatiendo en nosotros, el individualismo, nos dispone a
sacrificarnos por el bien general, olvidándonos de nosotros mismos y da a Dios
y al hombre lo que es debido según su naturaleza.
LA TEMPLANZA virtud que
incita a la moderación, sobriedad. Modera los ímpetus de nuestros afectos y
apegos, e impide que se desbloqueen, y las transforma en “Fuerzas” (Virtud) de
bien. Es una de las virtudes en las cuales hay que poner mayor empeño y cuyo
ejercicio permite brida a la concupiscencia. A través de la práctica de las virtudes
el iniciado obtiene la fuerza interior necesaria que le permite dominar las
pasiones, y así adquirir los verdaderos bienes que le hacen diferir de las
bestias. Por lo tanto conviene que el alma se halle bien asistida y
fortificada, y que las virtudes sean sus centinelas avanzados, para rechazar
mejor a las pasiones que engendran a menudo otras que le son contrarias,
llevando consigo injusticia e interés.
En cuando a las virtudes teologales LA FE, LA ESPERANZA Y LA CARIDAD
fortalecen la condición del Iniciado: LA FE por la cual (impulso sobre natural)
creemos en las “Verdades eternas”. LA ESPERANZA: es la aspiración de todo
iniciado abandonado a sí mismo, meditando sobre su destino en la tierra, y el
término fatal de su existencia. Y el AMOR es el culmen, sin ella todas las
demás virtudes se vacían de su esencia. “Si no tengo amor nada soy… nada me
aprovecha”, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.
El amor, la alegría y la paz interior, son estados profundos del “Ser” o más
bien tres aspectos del estado de conexión interior con el “Ser”, como tales no
tienen contrarios (El Poder del Ahora Eckhart Tolle).
El iniciado debe actuar por convicción, por que cree en la verdad y la
justicia más no por conveniencia; su comportamiento debe ser correcto esté solo
o acompañado, y de una regla de conducta que marque en él un carácter
indeleble, jamás desmentido. Debe “SER” porque el ALMA ES INMORTAL, por que lo
dicta como algo natural y desea eternizarse buscando su propia naturaleza.
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