Hace casi 300 años un anciano francmasón londinense sabio y rico se acercó a un recién exaltado al sublime grado de maestro masón y le dijo: He aquí un anillo masónico. Consérvalo como prueba de que tú eres mi depositario, y entrégalo a su vez a otro masón en el que veas cualidades de ser un buen masón.
Este anillo masónico es de incalculable valor, es el primer anillo forjado para un masón regular y guarda un secreto pues tiene la capacidad de abrir una cámara secreta colmada de tesoros y documentos, y está justo debajo de la Taberna del Ganso y la Parrilla.
Tiempo más tarde durante otra tenida en la cámara del medio, le dio otro anillo a otro maestro masón con el mismo consejo, sólo que le dijo que la cámara estaría debajo de la Catedral de San Pablo en Londres. Lo mismo sucedió con un tercer maestro masón, pero a esté le dijo que el tesoro estaría oculto en otras Logias.
Cuando el anciano francmasón murió los tres francmasones se reunieron en su funeral, cada uno sucesivamente dijo que poseía uno de los anillos, y así cada uno intentó reclamar algo sin saber qué exactamente. Nadie podía decir con seguridad cuál era el anillo más valioso. Cada poseedor de un anillo masónico ganó adherentes; todos atribuían mayor valor y poder a su propio anillo.
Pero el hecho más curioso era que ninguna cámara fue encontrada y así comenzó a hablarse de grandes tesoros ocultos dentro de los subterráneos, el tiempo pasó y los más allegados de sus partidarios reclamaban. Todos estaban demasiado interesados en el asunto de cual anillo era el más valioso, los anillos pasaron a otras manos y el asunto no se aclaraba.
Sólo unos pocos masones buscaron las cámaras secretas, esos subterráneos ideados como contendedores de inmensos y valiosos tesoros. Así los anillos masónicos ganaron una irresistible atracción y fama. Aunque constituyen llaves, no se emplean directamente como llaves para abrir puertas hacia tesoros.
Luego se descubrió que era suficiente mirarlos sin pretensiones o sin apego, para descubrir algo en ellos. Cuando así lo comenzaron a hacer, los masones que habían mirado fueron capaces de saber dónde estaba el tesoro y pudieron abrirlo gracias al símbolo secreto contenido en los anillos. Los tesoros masónicos tenían la cualidad de ser inagotables.
Estos anillos suman millones; tantos como masones en el mundo existen y han existido, cada anillo representa al masón ante la sociedad, sabemos que quien porta un anillo masónico es un hombre de honor, fraterno y filantrópico.
Al leer este cuento, serán muchos los que irresistiblemente los frotaran cual lámpara mágica delicadamente, recordado los nobles deberes que han jurado cumplir: el amor fraternal, el socorro y la verdad; defendiéndonos y cuidándonos los unos a los otros.
“En ese momento el gran poder oculto en los anillos masónicos, cobra su verdadero significado vivencial”.
Colaboración del Q:.H:. Alberto Flores Yomona
R:.L:.S:. Estrella del Norte Nº29
Vall:. de Chiclayo
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