MANDILES
DE COLECCIÓN
El mandil con el que se reviste el masón ha sufrido las transformaciones que se han dado en el seno de la institución masónica, por tanto del mandil operativo que tenía la misión de proteger que tuvo su camino de igual forma recordando a estos en el seno de las logias operativas, irá cambiando hasta hacerse eco de la simbólica del taller masónico. Llegará por tanto a constituir en si mismo una replica más o menos exacta, e incluso a veces en un apoyatura compelmentaria del Tapiz de Logia, pero incluso yendo más allá, recuperando símbolos o añadiéndolos en función de querencias. de escuelas, de filosofías que van a entroncar con la masonería.
La representación simbólica ya no estará a los pies del masón en el Tapiz de Logia, sino que va encarnar tal arquetipo en el propio masón al llevarlo hasta su mandil. Entre sus piernas el Masón en los momentos de reflexión el masón podría contemplar ese arquetipo simbólico, aunque es verdad que era más para enseñar que para estudiar, dado la posición de los elementos.
En esos momentos el mandil ya no era síntoma de igualdad como podía ser en las masonería de los primeros tiempos dígase operativa o especulativa, eran instrumentos de trabajo y no estéticos, era con esa profusión de elementos una forma de distinción del conocimiento, no había el “corte Inglés” de los mandiles, en muchas ocasiones estos respondían al conocimiento de sus usuarios, avezados maestros inmersos en el simbolismo que dejaban ver parte de ese conocimiento en el diseño de los mandiles.
Luego digamos que ya vino el pre-aporte y se adoptaron los mandiles que había en función de los gustos estéticos más que los simbólico.
A mi personalmente no me gusta el reduccionismo y la uniformación que se pretende en algunas logias u Obediencias, de querer que todos los mandiles sean iguales en el corte y en la confección. Creo que hay que dejar un margen para la expresión simbólica que tiene el propio masón y que transferirlo al mandil, sería toda un labor de evaluar su conocimiento simbólico.
Durante años he usado el mandil clásico y casi que normativo del Rito Francés que se utiliza en el GODF, luego utilicé modelos “maás femeninos” redondos o plisados, y a medida de que he ido evolucionado pues el mandil ha ido variando también, mis actuales aditamentos son ahora más de acorde con el Rito Moderno en su practica con el Régulateur, en formas y colores.
Creo que no debiéramos dejar ciertos mandiles para el coleccionismo particular, sino que creo que debieran tener hueco en ocasiones no sé si cotidianas, o especiales, o viceversa los vistoso mandiles que representaron toda nuestra simbólica y que hemos recluido a los museos, cuando nosotros mismos somos la reencarnación misma de ese quehacer, y dejamos que una parte nuestra se vaya a los museos a la vez que revindicamos otras herencias.
El delantal o mandil que los francmasones llevan en sus ceremonias rituales constituye una característica original y consustancial a la institución. La francmasonería es la única estructura que, a partir de las prácticas y las representaciones de un oficio, en este caso uno , tan prestigioso en su tiempo, como la piedra, nació la filosofía del hombre. Es la única forma también de sociabilidad profana cuyos usos implican en este punto una gestual del cuerpo, y, por otro lado hay de por medio un lenguaje simbólico.
En este contexto es necesario apreciar la realidad y el sentido, para los francmasones, de este elemento de la indumentaria que cubre el bajo vientre y que se expone a una serie de interpretaciones y cuestiones sobre las que razonan los propios masones
Estas particularidades y la discreción que las rodea abastecen de forma sobrada las especulaciones sobre prácticas, calificadas, de la forma mejor posible, como de ridículas o cuando no como “sulfurosas”. Es cualquier caso, será bueno detenerse y considerar la cuestión desde un punto de vista histórico y antropológico, y preguntarse obviamente, de qué clase de delantal o mandil se trata.
https://www.google.es/search?q=Mandiles+masonicos&hl=es&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=Fj2LT-6bIeqd0AW1wuHKCQ&sqi=2&ved=0CD0QsAQ&biw=1010&bih=801
Por tanto es necesario para comenzar por recordar que la Masonería es el resultante de la transformación en el siglo XVII de las antiguas estructuras corporativas denominadas que titulamos como francmasonería operativa.
Distintas necesidades habían conducido en origen a los miembros de esta aristocracia del Oficio a mutualizar una gran parte de sus actividades, y a proteger unos conocimientos técnicos que eran complementarios a sus franquicias y cuyos conocimientos conllevaban todo un imaginario simbólico. Esta nueva forma de la francmasonería, llamada especulativa, que aparece a principios del siglo XVIII conservó el concepto y las marcas de origen como señales de pertenencia, poniendo estos materiales de re-empleo al servicio de una sociabilidad fraternal, alegando en lo particular a los conceptos de libertad e igualdad, nuevos términos que iban parejos a la creencia en un deísmo no dogmático.
Tras permanecer esta formulación dentro de las concepciones de una sociedad “lúdica y festiva”, este nuevo planteamiento despertará como sociabilidad diversos recelos dadas las potencialidades tan polémicas que planteaban dentro del orden establecido, ya que promoverán en numerosos países, y sobre todo en Francia, un movimiento que en Occidente, hizo pasar el estatuto de la persona al sometimiento de la ciudadanía.
La Masonería siguió siendo vinculada a sus orígenes, manteniendo la cultura operativa pero eso sí sobre un método parodial, viviendo al mismo tiempo el presente como una fraternidad humanista. El delantal o el mandil es la marca, a la vez testigo de este origen y de esa continuidad. Es el elemento significativo de un compromiso en pro del trabajo como método de realización personal y social a la vez enfocado a garantizar la cohesión del grupo.
Históricamente, este delantal fue el punto de encuentro entre la antigua cultura operativa y las nuevas especulaciones, fechables en el siglo XVII, y muy relacionadas con el Templo de Salomón. Los delantales en origen son, obviamente, un elemento de la indumentaria del Oficio de la piedra destinado a protegerse del filo de las herramientas y las consecuencias del trabajo con dichas herramientas y la piedra.
Llevando a su vez muy parejo el orgullo y el reconocimiento corporativo y confraternal. Los miembros de las Logias operativas conservaban estos delantales en sus ceremonias, revestían al nuevo Hermano en las diversas recepciones, incluso en las ocasiones que eran recibidos los raros miembros denominados “aceptados” – no manuales – que se recibían con carácter honorario y a quienes se podía transmitir también el Signo, los Pasos y las Palabra del Mason.
Era pues este un delantal amplio y largo, de cuero, que también se enarbolará en las logias especulativas. No había entonces diferencia entre el delantal llevado por los Aprendices-entrados y el de los Compañeros del Oficio. Se trata siempre de una amplia pieza de cuero flexible y fina, de color claro, que parece que era tomada de la parte de la garganta del ternero, lo que explicaría la existencia de una “baveta” que corresponde a la punta bucal del animal.
Los miembros de los Talleres (como califican generalmente sus los masones a sus logias) que se desarrollan rápidamente a lo largo de toda Europa durante los años 1720 y 1730 los cuales practicaban pues un simulacro del Oficio. Se reunían entonces durante algún tiempo en torno a una representación arquetípica del Templo de Salomón, en construcción, que tiene una importancia capital para comprender tales consecuencias y que se colocaba en medio de la logia
En efecto, este emblema, trazado con la tiza, y que se pintaba en cada ocasión tenía la posibilidad de mostrar las piedras, herramientas, marcas y figuras geométricas del Oficio, colocadas en un contexto original, es decir, allí tal como estarían reunidas en la primera logia, la Logia madre de todas las logias, en esa simbólica construcción del edificio..
Esta evocación del Templo en construcción tenía una carácter universalista en tanto que se sabía investida de una misión pacífica y novedosa para aquel tiempo: Aceptar al Otro en su diferencia, lo cual se quiso incorporar en la visión de un Templo universal que quedaba por concluir. Lo cual era toda una revolución filosófica.
Ahora bien, esta imagen colocada en el suelo implicaba además signos, que tenían un sentido y un uso ritual claro, colocados en función de un eje orientado a partir de las dos columnas de Occidente, denominadas J y B, y citadas en las Escrituras, columnas que además estaban coronadas por granadas, esta representación implicaba demás la existencia de tres pequeñas ventanas alambradas, un tablero blanco y negro que se denomina como “pavés mosaico”, o tablero ajedrezado, o de otras muchas maneras, además hay otras herramientas distintas dirigidas por la mirada hacia un delta – un triángulo radiante- situado al Oriente, todo ello insertado en una cosmogonía elemental, en la que juegan un papel clave la Luna y el Sol, y a veces un cielo estrellado a modo de bóveda celeste.
Las reuniones de los francmasones especulativos comenzaron a en celebrarse en torno a esta representación de estas imágenes, dicha especie de alfombra denominado Cuadro de logia. De ahí el nombre siempre esté en vigor. Se trata pues de un acto conmemorativo, que luego, se fue rápidamente, construyendo y por fin se hizo reflexivo a partir de la observación y el comentario, en la tradición del ars memoria medieval.
En torno a esta mosaico y tapiz de logia va a organizarse el espacio, y a su alrededor se va a desarrollar una circulación dextrógira, a la vez que se van a perpetuar los juegos de preguntas-respuesta cifrados como método de reconocimiento ( tuilage), en las ceremonias de iniciación y prestaciones de juramentos, en estas sedes se van a establecer una serie de candelabros y de muebles y ya por fin cuando los locales estén permanentemente instituidos y los grupos consolidados, las ceremonias serán más largas y los elementos representados alrededor de la construcción simbólica que representa el Tapiz de logia se volverán una realidad pero en tres dimensiones. Este arreglado local donde se desarrollan los trabajos se llamará Taller y terminará por llamarse también Templo.
En los años de 1740, de una forma seguramente lógica aparecen decoraciones sobre los delantales de estos primeros francmasones especulativos. Éstos delantales o mandiles van también a sufrir también las evoluciones pertinentes con la aparición del grado de Maestro en el seno de las logias y lo que no era más que una función hasta entonces va a tener toda una epecificidad.
Van a
diferenciarse estos delantales de una manera determinante van seguir siendo blancos
para los Aprendices y Compañeros aunque reducirán su tamaño, y de la piel se
pasará a otros tejidos como la seda. Más adelante terminarán por tener la aleta
levantada o bajada según el estemos ante el 1º o 2º grado.
En paralelo, los delantales de los Maestros se decoraran cada vez más, y dependiendo del siglo pues a veces con floridos temas basados en la dramaturgia de este grado, muy marcada por la muerte de Hiram, el Maestro-Arquitecto, y sobre todo muy directamente inspirados en la visión de las Tapices de Logia de las logias de las que acabamos de hablar.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, estos delantales se convierten en el apoyo de composiciones muy deseadas y se convierten de este modo en simplificadas reproducciones de los tapices de logia pero miniaturizadas presentando toda la simbólica de estos, al menos con los principales componentes citados en este trabajo – las columnas J y B, la Luna y Sol, o el triángulo radiante, las piedras brutas y algunas herramientas -, en particular y por supuesto la escuadra y el compás, y también niveles, paletas, palancas, malletes, etc – a las cuales se irán añadiendo un cenotafio /u otro tipo de piedras, o una calavera , o una rama de acacia, etc.
El delantal de Masón pasa a ser más importante y vital a partir de este tiempo en que va a ser portador de todo un significado simbólico. Como ya hemos comentado cada vez se presentará realizado, con más frecuencia, con materiales como la seda con bordados de hilo etc… de tal manera que permite tener sobre sí al masón un delantal ritual común a los otros pero personalizado. Permite también a su vez una determinada visualización social cuando es lujoso.
El período que va desde el último tercio del siglo XVIII al Segundo Imperio es toda la edad de oro de estos delantales de cuero, de seda, de cotón o de fieltro (esto último más raramente), y fueron pintados o impresos, lo que hoy nos aporta ese gran variedad de modelos, y en los cuales obtenemos muchos conocimientos técnicos y creatividad simbólica.
No obstante, la llegada de Hermanos de los medios más bien más modestos que se observa a partir a partir de 1830 y sobre todo de 1848 adelante facilita la posibilidad de realizar más fácilmente series repetitivas de ellos basadas en motivos simplificados, el desinterés parcial del ritual durante el período del combate republicano explican la reducción progresiva de las creaciones y de la baja calidad más tarde.
Bajo la Tercera República y durante el siglo XX, solamente la Casa Gloton, que se cierra a principios de los años sesenta, habrá intentado mantener una tradición o crear nuevas formas y composiciones. Sólo recientemente, por razones vinculadas tanto con el alto interés de los Masones como a las nuevas posibilidades técnicas, van a permitir la aparición de algunas obras originales y estéticas. Sin embargo, se pierde casi el arte del bordado del delantal masónico.¿Fue lo que es este delantal? ¿Se puede afirmar que, por su origen profesional, o por la personalidad de los fundadores, no solamente hombres, y señalados por el clubismo británico tan masculino, que se trata, incluso de un delantal masculino?
Eso no parece tan simple de solventar y de explicar. Siempre hay mujeres sobre los pavimentos mosaicos de las logias, en cuyo seno se inician en Francia antes de la mitad del siglo XVIII. Se instituye de este modo entonces una “Masonería de Damas” que implicará cerca de un centenar de logias en la víspera de la Revolución, pero esta Masonería denominada de Adopción desaparecerá hacia la mitad del siglo XIX.
Los delantales de las Hermanas en este tiempo se redondean más, mostraran plisados y contendrán motivos decorados con motivos específicos al ritual femenino: Rosa, Eva delante del Árbol del Conocimiento, con la serpiente y la manzana de la tentación (!), Arca de Noé, Torre de Babel, etc
A partir del final del siglo XIX, las mujeres vuelven de nuevo poco a poco en la Masonería, esta vez reanudando – con fuerza – los decorados y los usos masculinos en el momento de la creación de la obediencia mixta del Derecho Humano, fundada por Maria Deraisme, quien se une Louise Michel. El despertador de la antigua Masonería de Adopción, específicamente femenina, se hace patente en 1902 y se consigue finalmente en los años cincuenta, él también, la adopción de rituales masculinos, en lo que es hoy la Gran Logia Femenina de Francia. Un único Taller femenino, Cosmos, conservó el rito de origen.
¿Qué “uso” hacen los francmasones de este delantal del cual se revisten en sus trabajos?
En primer lugar este atributo es una señal idéntica fundamental, que vincula tanto a idea de continuidad con la vieja hermandad, como al concepto de universalismo y a un profundo compromiso en pro del trabajo (“tanto intelectual como manual” dicen los rituales), cuyos elementos se designan explícitamente como emblemas.
Permite también alimentar un imaginario mitificado en torno a los constructores de catedrales y a los “ Venerados Maestros ” de ayer, incluso cuando no existe ninguna continuidad orgánica con ellos.
Sirve regularmente por ejemplo como señal de igualdad, método de libertad interior, símbolo geométrico (cuadrado largo basado en el número de oro, cuadrado juntado a un triángulo), evocación de los orígenes, alegoría del silencio, forma y receptáculo de los resplandores de la piedra e cortada, por lo tanto negativo de la persona en construcción, como vínculo a los oficios, reflexión sobre la pechera y el traje, que permite desfilar a la vez y protegerse, etc el delantal señala la pertenencia masónica de manera tan significativa que se habla de un “Masón sin delantal” para hablar de alguien que tiene las calidades sin el serlo formalmente.
¡El delantal masónico permaneció en el medio y logró efectuar un corte con el mundo dicho “profano”, apartándose de las turbulencias de la sociedad y colocarse en pie de igualdad frente a los otros, cualesquiera que sean las jerarquías exteriores. Aparece como una superficie, un “decorado” de proyección y representación, consolida el gestual del cuerpo, cuestión muy importante en francmasonería. En definitiva, una pantalla en la acepción total de la palabra.
En paralelo, los delantales de los Maestros se decoraran cada vez más, y dependiendo del siglo pues a veces con floridos temas basados en la dramaturgia de este grado, muy marcada por la muerte de Hiram, el Maestro-Arquitecto, y sobre todo muy directamente inspirados en la visión de las Tapices de Logia de las logias de las que acabamos de hablar.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, estos delantales se convierten en el apoyo de composiciones muy deseadas y se convierten de este modo en simplificadas reproducciones de los tapices de logia pero miniaturizadas presentando toda la simbólica de estos, al menos con los principales componentes citados en este trabajo – las columnas J y B, la Luna y Sol, o el triángulo radiante, las piedras brutas y algunas herramientas -, en particular y por supuesto la escuadra y el compás, y también niveles, paletas, palancas, malletes, etc – a las cuales se irán añadiendo un cenotafio /u otro tipo de piedras, o una calavera , o una rama de acacia, etc.
El delantal de Masón pasa a ser más importante y vital a partir de este tiempo en que va a ser portador de todo un significado simbólico. Como ya hemos comentado cada vez se presentará realizado, con más frecuencia, con materiales como la seda con bordados de hilo etc… de tal manera que permite tener sobre sí al masón un delantal ritual común a los otros pero personalizado. Permite también a su vez una determinada visualización social cuando es lujoso.
El período que va desde el último tercio del siglo XVIII al Segundo Imperio es toda la edad de oro de estos delantales de cuero, de seda, de cotón o de fieltro (esto último más raramente), y fueron pintados o impresos, lo que hoy nos aporta ese gran variedad de modelos, y en los cuales obtenemos muchos conocimientos técnicos y creatividad simbólica.
No obstante, la llegada de Hermanos de los medios más bien más modestos que se observa a partir a partir de 1830 y sobre todo de 1848 adelante facilita la posibilidad de realizar más fácilmente series repetitivas de ellos basadas en motivos simplificados, el desinterés parcial del ritual durante el período del combate republicano explican la reducción progresiva de las creaciones y de la baja calidad más tarde.
Bajo la Tercera República y durante el siglo XX, solamente la Casa Gloton, que se cierra a principios de los años sesenta, habrá intentado mantener una tradición o crear nuevas formas y composiciones. Sólo recientemente, por razones vinculadas tanto con el alto interés de los Masones como a las nuevas posibilidades técnicas, van a permitir la aparición de algunas obras originales y estéticas. Sin embargo, se pierde casi el arte del bordado del delantal masónico.¿Fue lo que es este delantal? ¿Se puede afirmar que, por su origen profesional, o por la personalidad de los fundadores, no solamente hombres, y señalados por el clubismo británico tan masculino, que se trata, incluso de un delantal masculino?
Eso no parece tan simple de solventar y de explicar. Siempre hay mujeres sobre los pavimentos mosaicos de las logias, en cuyo seno se inician en Francia antes de la mitad del siglo XVIII. Se instituye de este modo entonces una “Masonería de Damas” que implicará cerca de un centenar de logias en la víspera de la Revolución, pero esta Masonería denominada de Adopción desaparecerá hacia la mitad del siglo XIX.
Los delantales de las Hermanas en este tiempo se redondean más, mostraran plisados y contendrán motivos decorados con motivos específicos al ritual femenino: Rosa, Eva delante del Árbol del Conocimiento, con la serpiente y la manzana de la tentación (!), Arca de Noé, Torre de Babel, etc
A partir del final del siglo XIX, las mujeres vuelven de nuevo poco a poco en la Masonería, esta vez reanudando – con fuerza – los decorados y los usos masculinos en el momento de la creación de la obediencia mixta del Derecho Humano, fundada por Maria Deraisme, quien se une Louise Michel. El despertador de la antigua Masonería de Adopción, específicamente femenina, se hace patente en 1902 y se consigue finalmente en los años cincuenta, él también, la adopción de rituales masculinos, en lo que es hoy la Gran Logia Femenina de Francia. Un único Taller femenino, Cosmos, conservó el rito de origen.
¿Qué “uso” hacen los francmasones de este delantal del cual se revisten en sus trabajos?
En primer lugar este atributo es una señal idéntica fundamental, que vincula tanto a idea de continuidad con la vieja hermandad, como al concepto de universalismo y a un profundo compromiso en pro del trabajo (“tanto intelectual como manual” dicen los rituales), cuyos elementos se designan explícitamente como emblemas.
Permite también alimentar un imaginario mitificado en torno a los constructores de catedrales y a los “ Venerados Maestros ” de ayer, incluso cuando no existe ninguna continuidad orgánica con ellos.
Sirve regularmente por ejemplo como señal de igualdad, método de libertad interior, símbolo geométrico (cuadrado largo basado en el número de oro, cuadrado juntado a un triángulo), evocación de los orígenes, alegoría del silencio, forma y receptáculo de los resplandores de la piedra e cortada, por lo tanto negativo de la persona en construcción, como vínculo a los oficios, reflexión sobre la pechera y el traje, que permite desfilar a la vez y protegerse, etc el delantal señala la pertenencia masónica de manera tan significativa que se habla de un “Masón sin delantal” para hablar de alguien que tiene las calidades sin el serlo formalmente.
¡El delantal masónico permaneció en el medio y logró efectuar un corte con el mundo dicho “profano”, apartándose de las turbulencias de la sociedad y colocarse en pie de igualdad frente a los otros, cualesquiera que sean las jerarquías exteriores. Aparece como una superficie, un “decorado” de proyección y representación, consolida el gestual del cuerpo, cuestión muy importante en francmasonería. En definitiva, una pantalla en la acepción total de la palabra.
CONCLUSIONES:
El mandil ha tenido varias épocas y ha sido reflejo de ellas: •Comienzos , fue una pieza de protección y su evolución en la primera masonería especulativa pasó con el mismo sentido a los masones, sin distinción apenas de tamaño o diseños, y por tanto su sentido simbólico era bastante parco
•La llegada a la masonería de distintas escuelas de pensamiento hace que los Tapices de Logia avancen en el sentido en que estos cada vez de forma más clara van representar todo el arquetipo simbólico de la masonería, y por tanto los mandiles van a tener varias evoluciones que van repercutir en los tamaños. y en la simbólica.
•Tal y como nos dice Ludovic, la llegada de la industrialización, de as clases más modestas, de la incorporación de la mujeres a la masonería, traerá más demanda , habrá por tanto más posibilidades de reproducción y a la vez que se van estructurando las Obediencias estas van yendo por tanto a una cierta “normalización” en cuanto a diseños y contenidos.
•Hoy estaríamos en una época digamos casi que minimalista, con referencia a épocas anteriores, la normalización se ha impuesto y se ha perdido en parte la simbólica que por otra parte tanto se revindica como propia del masón.
•En los mandiles y en su historia, se puede rastrear por ejemplo la llegada o la asimilación de otras escuelas de pensamiento o conocimiento, como las escuelas pitagóricas, el hermetismo, etc, que han ido nutriendo parte de la masonería, y que si bien se ha quedado en otras partes no ha pasado lo mismo con los mandiles.
•La llegada de nuevas”gentes” o perfiles a la masonería ha traído nuevas formas y diseños y motivos simbólicos.
•Hoy podríamos decir que el mandil da carta de identidad tanto al rito y a la Obediencia, (en su diseño, simbología y tamaño) a la que uno pertenezca, y no responde al masón y su evolución. Tanto es así que en los reglamentos de las Obediencias hay un capiítulo en el que se dictan como han de ser dichos aditamentos masónicos.
FUENTE : MASONERIA SIGLO XXI
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