Querido Hermano Aprendiz, hace unos días me comentabas la experiencia que has vivido, cuando otro Q:. H:. de tu logia intentó corregirte violentamente, con una reacción desmedida y cerrada a todo diálogo. Ante la presencia de otros hermanos, que como suele ocurrir con más frecuencia de la deseada, parecía que no querían ver, inhibiéndose ante la actitud del ”hermano agresivo”.
En una logia con hermanos vocacionados hacia su propia construcción, ninguna actuación imaginada o real de un hermano desata estos ataques, donde la animosidad, los reproches y la cólera destruyen los caminos de comunicación, imposibilitando sentir la influencia bienhechora de la Masonería, y con ella el beneficio del Arte Real.
Seguramente, por lo que me has comentado, este “hermano agresivo” justificaba su reacción desmedida en la defensa de otro hermano contra ciertas murmuraciones hacía su persona, culpándote a ti como una parte generadora de las mismas, sin darse la posibilidad de escucharte, cosa que realmente no le interesaba, porque no estamos ante un hermano masón corrigiendo a otro hermano masón, sino ante un hermano lleno de “metales y pasiones” agrediendo a otro hermano.
Para este “hermano agresivo” no cabía la posibilidad de sondearte el corazón para apreciar tus obras, porque, por lo que ya hemos comentado, su objetivo no era corregirte sino agredirte.
Querido Hermano Aprendiz, repito de nuevo, ninguna actuación imaginada o real de un hermano justifica una reacción de ese tipo, tan alejada de los valores masónicos. Estas agresiones no buscan corregir de manera fraternal, y tampoco tienen nada que ver con la discusión enriquecedora ni con la argumentación que favorece el intercambio de ideas. Estas agresiones sólo pretenden ofender y atacar a un hermano, teniendo su origen en vete a saber qué: si en la arrogancia del “hermano agresivo”, en su mal humor o simplemente en su propia inestabilidad.
Lo cierto es, que estas reacciones desmedidas de un hermano hacia otro, ilegitiman al “hermano agresivo” como masón: “no seas ligero en airarte, porque la ira reposa en el seno del necio”. Estas reacciones desmedidas y agresivas por parte de un hermano hacia otro desvelan y declaran que estamos ante un mandil sin el masón correspondiente.
Me has dicho que te fue imposible neutralizar la agresión, encontrando reflejada en el rostro del “hermano agresivo” la señal de dirección prohibida hacia la argumentación e intercambio, cuando arrugando los labios mientras intentaba dibujar una sonrisa de satisfacción, y estirando su cuello, dirigía miradas de soslayo hacia los otros hermanos presentes, buscando la complicidad.
Me ha gustado mucho tu forma de expresar lo sucedido, especialmente al decirme que para intentar neutralizar la agresión de este “mandil sin masón”, hiciste un esfuerzo mental para “diagnosticarlo”, buscando la posibilidad de ponerle un espejo para que se viera reflejado, pero qué por lo inopinado y la rapidez de lo sucedido, y con la sensación de que esta agresión estaba planeada, te resultó difícil reubicar el eje de la conversación, mejor dicho del “ataque agresivo”. ¿Pero, te pregunto Querido Hermano Aprendiz, cómo poder comunicarnos con alguien cuando ha cerrado los canales para conseguirlo?
Te honra, mi Querido Hermano Aprendiz, tu actitud cuando dices que este “mandil sin masón” tuvo que finalizar la agresión porque teníais que entrar en la logia, y como, sin necesidad de comprender su reacción agresiva, ni las miradas hacia otro lado de los otros hermanos presentes, durante un par de minutos mantuviste un encuentro contigo mismo para, limpiando tu corazón, desprenderte de toda la metralla de metales con los que te habían impactado. Comprendiendo que uno de tus próximos trabajos con tu logia pasará por buscar el momento y la oportunidad para, de manera fraternal y enriquecedora, corregir al “hermano agresivo”. Una oportunidad para tu propia autoconstrucción, sin miedo a la verdad, buscando la LUZ.
En una logia con hermanos vocacionados hacia su propia construcción, ninguna actuación imaginada o real de un hermano desata estos ataques, donde la animosidad, los reproches y la cólera destruyen los caminos de comunicación, imposibilitando sentir la influencia bienhechora de la Masonería, y con ella el beneficio del Arte Real.
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