Montsegur, algo más que un castillo
Ríos de tinta se han vertido sobre esta fortaleza y su pretendido esoterismo. El castillo de Montségur, uno de los últimos bastiones de resistencia occitana, se ha convertido desde hace medio siglo en símbolo de la resistencia, de la pasión y de la muerte de los cátaros. Hoy constituye “una de la hipótesis más queridas del pensamiento esotérico europeo”.
En el solsticio de primavera, se puede asistir al nacimiento del Sol. Sus primeros rayos penetran por una saetera y salen por la del lado opuesto atravesando el castillo. ¿Es simple casualidad o medió la arcana intención del constructor que la trazó desviada de su posición lógica que sería la estrictamente simétrica respecto al eje de la construcción? ¿Es el castillo un formulario secreto, inscrito en piedra, que transmite los misterios de sus constructores?.
Peregrinos de un nuevo ideal, son muchos los que emprenden el penoso ascenso del antiguo sendero, hoy desempedrado y tortuoso, que sube al castillo. Cada año son más los turistas atraídos por la fascinación del lugar, por la trágica historia de los cátaros y por las teorías que se divulgan acerca de su significado como grimorio de una arquitectura iniciática. Según el estudioso F.Niel, Montségur fue reconstruido por los cátaros como templo solar o calendario y a ello se debe que las coordenadas de sus muros y saeteras se ordenen de forma peculiar, para que el edificio actúe como una especie de condensador de energías telúricas que confluyen en aquella montaña, que ya era sagrada antes del cristianismo.
Cuentan las antiguas leyendas que Montségur fue construido por gigantes y que, desde épocas remotísimas, fue punto de adoración al sol. Este curioso y científico hecho queda demostrado al exponer las características físicas de la fortaleza.
Se trata de un conjunto en forma de pentágono irregular de 700 metros cuadrados. La puerta principal de acceso tiene 1.95 metros de ancho por 3.25 de alto (lo que no parece, a primera vista, muy adecuado para esta clase de construcciones). La longitud de la fachada principal (la del sudeste) es la del doble de la del torreón. Trazando una imaginaria diagonal desde éste, se va a parar al ángulo formado por la intersección de las fachadas este y norte. La fachada opuesta al frontispicio, está constituida por muros que forman un ángulo de 176 grados.
Al proyectar el eje meridional del conjunto, se advierte -no sin sorpresa- que dicho eje lo daba, con extraordinaria precisión, una de las dos diagonales de la puerta principal un ángulo, con el insignificante error de 8 segundos, igual a la latitud de Montségur.
“A Monsieur Niel lo primero que le chocó fue la contradicción siguiente: si bien la construcción parece completamente arbitraria (ninguno de los muros está orientado hacia los puntos cardinales y tampoco la longitud de ninguno de ellos consta de un número entero de pies, codos o toetasas, medidas de la época), la misma resulta, sin embargo -afirma Séde-, de un plano geométrico preciso y de una talla excepcionalmente exacta de las piedras. Y escribe: “No debieron de disponer allí arriba aquellos bloques de piedra con una precisión rayana en la perfección para edificar una construcción desprovista de sentido”. (Recomendamos una atenta observación del plano).
Los puntos mas notables de la edificación constituyen puntos de referencia que permiten la precisa observación de los ortos, no solo en los cuatro puntos del año (lo que permitió, sin duda, a sus últimos defensores celebrar la Bema), sino también el momento de la entrada del sol en cada sector zodiacal, lo que implica muy notables conocimientos astronómicos, y nos lleva a antiguos edificios poligonales, utilizados como observatorios, tanto en Europa como en Asia.”Así, en el solsticio de verano (21 de Junio), he observado -Comenta Jesús Ávila-sentado en la repisa de una de las asilleras de la fachada sudoeste del torreón, salir el sol por el hueco de la aspillera que tenemos enfrente, con desplazamiento de 10º a la derecha que corresponde exactamente al debido a la precisión de los equinoccios, en 720 años”.
Dotado -según las directrices de los Perfectos, recomendemos la filiación del restaurador-, de una arquitectura esotérico, Montségur presenta la forma de un pentágono (figura geométrica del albismo, por excelencia), que, “en varias ocasiones, hemos podido observar -indica Avila Granados- en objetos hallados en las excavaciones de los alrededores y suelo de Montségur. Por lo que la configuración del Castillo responde mas a unas normas zodiacales que a un sistema de defensa”…Es decir, se trataría de un edificio religioso bajo la apariencia de una obra militar, que también lo era.
El edificio -afirma Fernand Niel- debía de poder pasar por una fortaleza; las disposiciones del plano de construcción tenían que dar de manera “disimulada”, por medio de alineaciones apropiadas, las principales direcciones del sol naciente”.
Aparentemente, Montségur no parece diferente a otras fortalezas de la misma época y lugar . “Demasiado exiguo (en el asedio final se calcula que albergó a unas 1000 personas, con sus correspondientes víveres, armas, animales vivos, mobiliario, efectos personales, cacharros, cocinas, letrinas, leñeras, despensas, etc., que no se debían hallar muy a gusto en sólo 700 m2), escasamente acondicionado, muy poco confortable -comenta Nelli-, el castillo se parece en este aspecto a todos los torreones pirenaicos de la misma época. No obstante, presenta un carácter mas imponente, debido a su gran fachada desnuda, a sus bellos cimientos regulares, a su puerta monumental, un poco insólita, excesivamente grande para un castillo “salvaje” y tan mal defendido”.
No hace falta ser un gran observador, ni haber visitado la fortaleza. Planos y fotografías hablan por si solos. El torreón, casi nada tiene de particular, no my diferente -en realidad- de otros. No hay ninguna torrecilla redonda, aunque sí algunas saeteras. El resto del conjunto carecía de ellas, lo que no contribuye gran cosa a facilitar su defensa, cuya principal baza consistía en la altitud y su situación difícilmente accesible…Por lo demás, su planta y distribución no le hace muy diferente de otros, como el de Puivert, Quéribus, Perypertuse o Puilaurents, de una u otra forma relacionados con el albismo. Ahora bien, Montségur constituía el principal bastión de la herejía, y no parecen advertirse restos de estancias destinadas a los Perfectos y a sus ceremonias. Cabe, por tanto, preguntarse con René Nelli si “es posible que las estancias destinadas al uso religioso estuvieran situadas en el exterior, en el reborde de la montaña, entre la muralla y el abismo, o quizás más lejos aún, en el emplazamiento del pueblo actual. Pero si existieron, fueron destruidas por la Inquisición, que hacía demoler hasta los cimientos todo edificio que hubiese albergado a los herejes”. Naturalmente, todo esto debe ser acogido con ciertas reservas, ya que, en realidad, la liturgia cátara podía celebrarse en cualquier lugar, sin perjuicio de las huellas dejadas por sucesivas destrucciones y reconstrucciones, y las inevitables huellas temporales. Pero la tesis de Monsieur Niel se ha visto recientemente reforzada con los trabajos de un arqueólogo, Henri Coltel. Éste último ha descubierto o explorado unos cuarenta subterráneos de los siglos XI y XII dispersos por el sudeste de Francia y ha tenido la sorpresa de comprobar: primero, que todos estos subterráneos contenían una sala-capilla provista de una especie de Altar, y segundo, que todos los de la misma región están orientados de tal modo que convergen hacia un mismo punto. Trasun estudio profundo de éstas singulares construcciones, Monsieur Coltel se ha convencido de que no eran única ni siquiera esencialmente refugios, sino también, y sobre todo, lugares culturales en lo que los cátaros, desde antes de la persecución, celebraban ceremonias iniciáticas…
En algunas cavernas utilizadas como refugio, tras la caída del último reducto de Queribus, se ha observado una disposición bastante similar a la de estos subterráneos, aunque pueda ser atribuida a la natural configuración de las spoulgas. Decíamos que el pentágono es la figura geométrica más preciada del catarismo -tal vez por su carácter mágico-, lo que puede advertirse no solo en construcciones como Montségur, o en determinados subterráneos, sino en cavernas, como la de Ornolac (Corbiéres), en una de cuyas salas naturales, aparece, excavado en la roca, un gran nicho pentagonal. Si alguien se coloca en el con los brazos y piernas abiertos, queda inscrito exactamente en los lados poligonales. Sin embargo y por algún motivo no bien establecido, y que -como señala Nelli-no es atribuible ni al azar, ni al capricho del arquitecto, el plano del castillo no sería un pentágono más o menos irregular, sino mas bien exagonal, aun cuando tal detalle (lado del Noreste) casi no pueda advertirse a simple vista, especialmente desde el interior, por la gran abertura del ángulo. Tal vez el hecho obedezca a las especiales características del impresionante conjunto.
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