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martes, 14 de junio de 2011

MINI BIOGRAFIA DE RENÉ-JEAN MARIE JOSEPH GUÉNON



René-Jean Marie Joseph Guénon nace en Blois el 15 de noviembre de 1886 en el seno de una familia muy católica, como evidencia la trilogía nominal con que le bautizaron. Fue de salud delicada, desde niño hasta su muerte.
En París vivió durante 25 años en un pequeño apartamento, una prueba más de su desapego existencial, y allí vivió con su esposa –católica- desde 1912, año en el que se casó por la iglesia católica en julio. Ella fallecería en 1928. No tuvo hijos de este primer matrimonio.
Ya en 1906 se ve a Guénon acudir a los cursos de la Escuela Hermética dirigida por Papus. Guénon fue admitido en la Orden Martinista de Papus, en la que llegaría al tercer grado (Superior Desconocido), pudiendo ser iniciador de otras personas y llegando a ser delegado general para Loire-et-Cher.
Seguidamente ingresaría en dos obediencias masónicas próximas a la Orden Martinista: la logia simbólica Humanidad, del Rito Nacional Español, y el capítulo y templo Inri del Rito Primitivo y Original Swedenborgbiano (en la que llegaría a tener el cordón de seda negra del kadosh).
Fue secretario de despacho en el Congreso Espiritualista y Masónico de 1908 y se retiró del estrado de honor al escuchar que Papus, en su discurso de apertura, abogaba por la reencarnación. De este congreso surgiría en el seno del Templo del Rito mixto del Derecho Humano un Gran Consejo Soberano del Rito de Menphis-Misraim para Francia y dependencias suyas, y aconteció que la Logia Humanidad en la que estaba Guénon y que dependía del Rito Nacional Español, se desligó de éste y pasó a ser la Logia Madre para el Rito Menphis Misraim francés, siendo Guénon "provisto con una patente de 30º-90º".
Asimismo, Guénon aprovechó el citado congreso para pedir al patriarca de la Iglesia Gnóstica Universal ser aceptado como miembro, en la que entró en 1909, siendo consagrado obispo con el nombre de Palingenius. Se había fundado esta Iglesia en 1889 a raíz de una sesión espiritista en la que se había manifestado el más grande de los predicadores cátaros, Guilhabert de Castres. La abandonaría en 1911, año en la que se aleja también de las restantes logias y de la orden martinista.
A partir de unas comunicaciones de "escritura-directa", tipo espiritistas, celebradas al inicio de 1908 por diversos martinistas, una "entidad" instó a los asistentes que se creara una Orden del Temple, de la que Guénon debía ser el jefe. Y, en efecto, en 1908 se crearía la Orden del Temple Renovado, cuyo jefe será Guénon, y que surge tras una manifestación espiritista del último maestre, Jacques de Molay, quien dirá a los presentes que acudan a casa de Guénon para comunicarle que debe fundar esta Orden y ser su gran maestre. En otras sesiones espiritistas se manifestarían el fundador de los Iluminados de Baviera y Cagliostro. Imperaba en tales comunicados la "venganza" templaria. Se escribirían incluso "cuadernos" en los que Guénon escribió notas de la tradición hindú como complemento. Poco tiempo estuvo, no obstante Guénon, en esta Orden neotemplaria, pues la dejó en 1911.
En 1909 funda la revista "La Gnose", que inicialmente apareció como "Órgano Oficial de la Iglesia Universal", o sea, la Iglesia Gnóstica, pero a partir del número 4 se convirtió en "Revista consagrada al estudio de las Ciencias esotéricas", especialmente a las tradiciones orientales. Y allí apareció, en noviembre de 1909, el primer texto que conocemos de Guénon: "El Demiurgo", en el que denota ya un conocimiento de la metafísica védica de Shankaracharya. La revista dejó de publicarse en 1912 y en ella fue su redactor principal, publicando partes de lo que luego serían "Simbolismo de la Cruz", "El hombre y su devenir según el Vedanta" y "Los Principios del Cálculo Infinitesimal".
Guénon recibió enseñanza oral de maestros orientales respecto al hinduismo, sufismo y taoísmo, al igual que del sánscrito y del árabe. El conocimiento del Vedanda Adwaita debió producirse durante 1908 o inicios de 1909, y este contacto con un maestro o maestros hindúes sería determinante en su obra posterior. Muy probablemente, los primeros contactos serios que tuvo Guénon con el taoísmo se debieron a su compañero de la Iglesia Gnóstica, Matgioi (Albert Poyoy, conde de Pouvourville), al que cita en "Simbolismo de la Cruz".
En el sufismo fue iniciado, en 1912, por Abdul-Hadi (John Gustaf Agueli), del que recibiría la "barakah" del sheik Elish El-Kebir, de la tarîqah Shadelya, al que dedicó, en 1931, "Simbolismo de la Cruz". No obstante, Guénon conocía a Abdul-Hadi desde comienzos de 1911. Hadi-Agueli era gran conocedor de la obra de Ibn Arabi, y de él, seguramente, deriva el conocimiento inicial de Guénon sobre nuestro sufí andalusí.
Tras la ruptura de Guénon con diversas organizaciones ocultistas fue aceptado en la Logia Thebah, adscrita a la Gran Logia de Francia, Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en la que debió estar activo hasta 1914.
Guénon, en parte bajo el seudónimo de "La Esfinge", publicó diversos artículos en la revista ultracatólica "La France Antimaçonnique", entre 1913 y 1914, sobre el simbolismo masónico. Con anterioridad había enviado precisiones y cartas al director desde 1910 (quizás incluso desde 1909).
A partir de 1921 publica artículos que darían lugar al libro "El Teosofismo. Historia de una pseudo-religión", y llega a calificarle como "un error de lo más peligroso para la mentalidad contemporánea". Igualmente se opondría a diversas organizaciones ocultistas occidentales, en algunas de las cuales había formado parte. Y en 1923 fue demoledor contra el espiritismo en "El error espirita".
Entre 1925 y 1927 escribió 19 artículos sobre simbolismo cristiano para la revista católica "Regnabit", a la que había accedido a través de Louis Charbonneau-Lassay.
Entre 1925 y 1933 escribe en "Le Voile d´Isis", de los hermanos Chacornac, y que se transformará, en 1933, en "Etudes Traditionelles", donde seguirá publicando artículos, y cobrando por ello.
En 1929 se publicó el libro "Asia Misteriosa", de Zam Bhotiva, para el que Guénon había escrito un prefacio que finalmente no entregó a la imprenta al estar decepcionado de los "oráculos" espiritistas que supuestamente habían dado origen a dicho libro y se habían manifestado en sesiones a las que había acudido Guénon, y donde se señalaba que iban a salir de su mundo subterráneo la Orden de los Polares. Guénon escribiría unos comentarios relativas a algunos de estos oráculos, dados a conocer por Jean Robin. En junio de 1931, en Le Voile d´Isis, escribiría en contra de este grupo aglutinado en torno al "Oráculo de Fuerza Astral".
En marzo de 1930 deja Francia para irse a Egipto, y allí residiría en El Cairo hasta su muerte, viviendo como un musulman y con el nombre de Abder Wahel Yahia, Juan el servidor del Único. Se casaría en 1934 con una egipcia que le daría dos niñas en 1944, 1947 y 1949, siendo ya sexagenario. Y en El Cairo fallecería el 7 de enero de 1951.
En 1947, tras su decepción con Schuon, apoyaría y promovería la creación de "La Gran Tríada", dentro de la Gran Logia de Francia, en la que diversos guenonianos intentaron aplicar las enseñanzas de Guénon en "Consideraciones sobre la Iniciación". Logia que, según Jean Reyor, que formó parte de ella, fue perdiendo poco a poco a sus miembros y quedó "reducida a su esqueleto a base de dimisiones, decesos y cismas".
Interesante es dar a conocer algunas creencias de Guénon dadas a conocer por Reyor. Así, por ejemplo, recurrió al paragnosta Georges Tamos, que sería redactor jefe de "Le Voile d´Isis" desde 1929. En ese año, o en el anterior, se conocieron y Guénon quiso asegurarse de la veracidad de tales dotes, dándole diversos objetos para comprobar si "veía" al donante, y salió satisfecho de la prueba.
"En esa época, como por lo demás durante la mayor parte de su vida, Guénon afirmó ser objeto de ataques psíquicos por parte de magos negros... Incluso, en cierta época, había sido víctima de ataques "materializados" bajo la forma de animales negros y especialmente de un oso negro del que llevaba en el cuello la huella de un mordisco". Y Reyor supone que el interés de Guénon por Tamos se basaba fundamentalmente en sus facultades paragnostas para estar él sobreaviso de los "ataques psíquicos", pues fue testigo en una ocasión de que le pidió a Tamos que averiguara el origen de los ataques ("lo que permite la respuesta", aclara Reyor) o los posibles ataques que iba a tener ("lo que facilita la protección", agrega Reyor), pero finalmente las discrepancias ideológicas entre Tamos y Rénon provocaron el fin de sus relaciones a finales de 1931, pasando entonces Reyor a ser el redactor jefe de la revista "Le Voile d´Isis", cargo que desempeñaba hasta entonces Tamos, quien fue, por otra parte, el traductor al francés de parte del libro de Tilak sobre el origen polar de los Vedas, de donde Guénon obtuvo la confirmación del origen hiperbóreo de la Tradición Primordial.
Durante la polémica de Guénon con articulistas de la "Revue Internationale des Sociètes Secrètes", escribiría a Reyor lo siguiente, en 1933: "Los artículos de esta gente son el soporte de los ataques psíquicos lanzados contra mí", de ahí que sus respuestas en "Le Voile d´Isis" "desempeñan –decía Guénon- el mismo papel", por lo que le rogaba que vigilase "que no se cambie en ellas ni una palabra, ni una coma..:".
Cuenta Reyor que los guenonianos ignoraban tres puntos fundamentales del "guenonismo" hasta que no aparecieron los primeros artículos, en octubre de 1932, de lo que luego sería "Consideraciones sobre la Iniciación": la necesidad de una iniciación en una organización regular, la necesidad de los ritos y la necesidad de un exoterismo (ésta última la daría a conocer Guénon en 1947).
Y dice Reyor, un tanto mordaz: "Está claro, que si no se admite que Guénon estaba encargado de una "misión" que implicaba una investigación en los diferentes medios con pretensiones tradicionales justificadas o no, su pertenencia sucesiva y a veces simultánea a los medios más opuestos puede legítimamente parecer inquietante: obispo gnóstico y masón que colabora en una revista antimasónica, musulmán que colabora en una revista para la propagación del Sagrado Corazón de Jesús, etc..., hay que reconocer que esto ofrecía un bello campo a la malevolencia".
Opino que estas vivencias parisinas en los diversos medios ocultistas fueron decisivos para su posterior rechazo o cuando menos menosprecio, incluso visceral en algunos casos, a todo tipo de fenomenología paranormal, incluso marginando a un tercer plano las experiencias místicas. Y lo curioso del caso es que Guénon asentó su segunda mitad de la vida en el sufismo, en el que las "visiones" son predominantes, así como un aflorar del sentimiento por ser "Fieles de Amor", y sin embargo portaba consigo un anillo con el "Om" védico grabado.

PARÍS ABRE LAS PUERTAS DEL SECRETO MUNDO DE LA MASONERÍA

Casi trescientos años después de que el pastor James Anderson redactase el Libro de las Constituciones -en lo que se considera el inicio de la masonería moderna-, el Museo de la Francmasonería ambiciona ocupar una posición preponderante en el centro del la cultura masónica en los años futuros.
El secreto mundo de las logias masónicas, vinculado a la Ilustración y perseguido durante la Segunda Guerra Mundial, abre a partir de este miércoles sus puertas a los profanos en la sede parisina del Gran Oriente de Francia.
Así lo afirma Pierre Lambicchi, Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, institución creada en 1773 y cuyo máximo grado lo ocupó, entre otros célebres personajes de la Historia, José Bonaparte (Rey de España entre 1808 y 1813), como muestra la línea del tiempo masónica que puede contemplarse en el recién inaugurado museo.
Y es que la profesión masónica no ha dejado nunca de ocupar un notable lugar en la historia de Francia, desde los días en los que se gestaba la Revolución Francesa (1789) hasta la actualidad, donde Xavier Bertrand, el secretario general del partido político del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, forma parte de esta comunidad que debe su nombre a la palabra francesa “albañil”.
Recuerda Lambicchi que los valores masones están estrechamente vinculados a los que inspiraron a los revolucionarios del siglo XVII como el pensador Voltaire -ilustre miembro de la sociedad masónica- y al lema nacional francés, que aspira a la libertad, igualdad y fraternidad de todos los ciudadanos republicanos.
Desde entonces hasta nuestros días, los masones no han dejado de influir en el devenir de la sociedad francesa.
Tanto es así que Francia ha visto recientemente cómo algunos de sus maestros participaban en la redacción de la ley que permite las uniones civiles del mismo sexo (PAC) o el estudio de la legislación sobre bioética, señalan las explicaciones del museo.
La masonería francesa, prohibida durante el Gobierno colaboracionista de Vichy de la Segunda Guerra Mundial pero tolerada en la Francia liberada, atrajo también a pensadores de otros países, como al pintor cubista español Juan Gris, que fue iniciado por la logia de París en 1923.
Pero es el carácter secreto de las logias masónicas, terreno fértil para teorías conspirativas, y los rituales en los que participan sus miembros, lo que más llama la atención de los no iniciados.
Por ello, el visitante comienza su recorrido por el museo descubriendo una serie de dibujos y obras de arte que hacen referencia a dichos rituales, para adentrarse después en un universo de simbología masónica, que abarca pinturas, esculturas, vajillas de porcelana, sables delantales, libros y una infinidad de artes decorativas que alcanzan los 10.000 objetos.
Destacan entre ellos los delantales -uno de los símbolos masónicos más extendidos- de Voltaire o de Jérome Bonaparte, Rey de Westfalia y hermano de Napoleón I, la espada de “venerable” que perteneció a Lafayette, o una edición original de las Constituciones de Anderson.
Ninguna referencia, no obstante, al libro “El símbolo perdido” del exitoso Dan Brown, quien ha conseguido vender millones de ejemplares de su novela basada en una conspiración francomasónica.
Pero el museo no pretende exclusivamente convertirse en un espacio que atestigüe la influencia de la masonería en la sociedad gala, sino participar además en el futuro de dicha comunidad, que se dice liberal y anti-dogmática.
Por ello, la mitad de su espacio se dedicará a exposiciones temporales, así como a celebrar coloquios y reuniones en las que quizá puedan participar aquellos que sienten cierta fascinación por el misterioso universo de la masonería.

La Masonería como valor espiritual.


Por: Alice Ann Bailey

En ninguna otra época como en la presente, ha sido tan activa la búsqueda de la luz, la Verdad, la belleza y la sabiduría. Jamás han existido tantas y tan diferentes organizaciones que pretendan dar la luz de la verdad. Por todas partes aparecen instructores que pretenden haber encontrado algún método específico, mediante el cual el hombre puede alcanzar el conocimiento de Dios, la paz interna y la iluminación; conseguir el dominio de sí mismo; o adquirir riquezas, bienestar y poder. La gente va de un instructor a otro, buscando algo que les dé luz y sosiego. Todos pertenecemos a algún grupo organizado de buscadores de la luz; sea metafísica, esotérica u ortodoxa. Las organizaciones cuentan a sus afiliados por miliares. Cualquier pseudo instructor, capaz de hacerse oír o de prometer mucho, encuentra siempre quien le escuche.

En el caos originado por estas tendencias sectarias y adherencia a determinada presentación de la verdad, la verdad misma queda olvidada, En el choque entre personalidades, luchando cada una en favor de determinado instructor y de su enseñanza de la realidad, la tranquila y susurrante voz de la sabiduría se apaga en la controversia sobre doctrinas, dogmas y cismas; y en la energía que se disipa en la construcción y destrucción de las formas, que la verdad puede asumir, se desvanece su verdadero significado espiritual. Ante tal confusión, no es extraño que muchos investigadores sinceros, al contemplar la aparición y caída de instructores y escuelas de pensamiento, se pregunten si es que la verdad puede encontrarse en alguna parte, ¿Es posible que la unidad pueda estar velada por tantas y tan diversas formas? ¿Será imposible encontrar una expresión de la verdad que sea incluyente y no excluyente? ¿Habrá una enseñanza de la Sabiduría Antigua que venga a satisfacer la necesidad universalmente sentida? ¿Será posible crear una organización cuyas características sean la impersonalidad y la más amplia tolerancia y que, a la vez, haga hincapié en principios esenciales que todos puedan aceptar, pasando por alto todos aquellos detalles susceptibles de controversia?

Seguramente ha de haber algo que nos guíe con seguridad en nuestro avance hacia el origen de toda luz y toda vida, y que hemos de encontrar algún poste indicador que sea suficiente para guiar en su camino al peregrino que trata de evitar los tropiezos a que está expuesto en la oscuridad. En efecto, existe la organización, depositaria de la verdad, cuya plataforma es tan amplia y cuya enseñanza de la verdad es tan universal, que es capaz de satisfacer la necesidad del mundo. Es un hecho curioso, sin embargo, que esa organización es tan extensamente conocida, que nuestra misma familiaridad con ella es causa de que se nos oculte su verdadero objeto. El conocimiento que de ella se tiene es tan general, que las enseñanzas y las verdades que tiene la misión de impartir, quedan veladas por la importancia que atribuimos al aspecto forma. La organización a que nos referimos es la Masonería.

En todos los países del mundo es conocido y actúa «ese sistema peculiar de moralidad, velado en alegorías e ilustrado por símbolos». Es muy probable que la Masonería, en una forma u otra, haya existido siempre en nuestro planeta. El estudiante de la Masonería, capaz de asimilar el conocimiento contenido en sus rituales, y de comprender el significado espiritual de los símbolos, mobiliario y alhajas de una logia, y de apreciar la idea subyacente en la acción que allí se desarrolla, percibirá gradualmente que esa Institución es depositaria de una expresión incluyente de la verdad, y que en la forma simbólica del trabajo masónico se ha preservado, para beneficio de la humanidad, una revelación que (cuando se investigue) dará la clave del misterio del universo y será un guía que permita al hombre llegar al corazón de su propio misterio.

Es opinión de muchos y profundos pensadores, que si en un momento dado desaparecieran de la faz de la tierra todas las religiones, iglesias y sectas ortodoxas, con sus diversas exposiciones de la verdad, esa pérdida se compensaría con la comprensión de la Masonería. El estudio del simbolismo y la aplicación práctica de las reglas de moralidad y ética, que ella inculca, permitirían reconstruir todo cuanto el hombre necesita conocer acerca de Dios, de Sus obras y leyes que rigen la economía del universo; y descubrir la relación existente entre el alma individual del hombre y la Superalma, así como la conexión entre la unidad, parte integrante del gran Templo en construcción, el Gran Arquitecto de Cuya idea el Templo es una revelación .

Dos son las vías de acercamiento que se ofrecen al pensador ordinario, cuyo desarrollo le han de demostrar la verdad o falsedad de lo que se acaba de afirmar. Una es seguir el desenvolvimiento del cuerpo de doctrina a través de las edades, tratando de encontrar los antiguos hitos, que demuestran la continuidad de la enseñanza y su aplicación universal. Otro sería considerar a la Masonería en su forma actual y demostrar que las verdades que ella encierra, las enseñanzas que inculca y el espíritu que la informa son de posible aplicación universal y servir de fundamento lógico sobre el cual pueda la humanidad edificar. Esas dos vías de acercamiento se han seguido en sus etapas preliminares; pero no se han llevado hasta su conclusión. Mí propósito en este documento es patentizar la esencialidad de la plataforma masónica y demostrar que, sí las actuales organizaciones masónicas, diseminadas por todo el mundo, reconocieran su responsabilidad y aceptaran su herencia espiritual, la actual «oscuridad» de la ignorancia y el general letargo e inercia, se trocarían en esperanza para los que buscan la luz. No cabe duda de que puede elevarse en la tierra un Templo cuyas puertas estén abiertas de par en par para que por ellas todos los hombres puedan pasar y para que el mensaje procedente de sus precintos proclame la fraternidad, la libertad y la igualdad; libertad de
pensamiento, fraternidad de actitud e igualdad de oportunidad, basada en la unidad de origen, de esfuerzos y de meta.
¿Qué es la Masonería? Se nos dice que es «un sistema peculiar de moralidad, velado en alegorías e ilustrado por símbolos». Consideremos, por un momento, el significado de esas palabras, Sistema, según la definición de este término, es el desarrollo de un plan determinado; la ejecución de un proyecto, con una finalidad definida en vista, ¿Cual es el objeto, o finalidad, hacia el cual va encaminado el sistema de moralidad, inculcado en la Masonería?
Es labrar la piedra bruta; transformar el bloque sin labrar, por medio de las herramientas del albañil, la regla, la escuadra y el compás, en el perfecto sillar, de manera que asiente en el templo de Salomón y sea una «piedra viviente» del Templo de la humanidad, En la ejecución de su trabajo, y a medida que avanza hacia la luz, el aprendiz masón pasa por muchas experiencias. Antes de llegar a Maestro tiene que aprender todas las fases de su oficio; hasta que finalmente perfecciona su técnica y se hace merecedor del título de Maestro Masón, alcanzando así el grado superior de la Masonería, el de Maestro de Sabiduría, Constructor bajo el G.'. A.'. del U.'. Tal es la finalidad de la Masonería y tal es la meta de todo candidato, al ser admitido en los misterios. Ha de convertirse en el perfecto sillar viviente; llegar a ser una columna del Templo de Salomón «llegar a ser un pilar del Templo de mi Dios de donde no tenga que salir jamás»; ha de pasar por muchas pruebas y resucitar de entre los muertos, como lo hizo nuestro Maestro Constructor, y así aprender el significado de la resurrección, por la cual se entra en posesión de la luz y de la vida.

Según la definición, «Moralidad» significa la capacidad de escoger entre el bien y el mal, la aptitud de discernir sabiamente. Es muy significativo que, al instruir al candidato, se hace constantemente hincapié en su libre voluntad, y cuando en el curso de las diversas iniciaciones ha de escoger entre varias cosas, se le deja en entera libertad a fin de que él mismo sea el árbitro de su propio destino. De esta manera se educa la mente a que razone y escoja, para que llegue a ser un maestro más sabio. El candidato ha de ser enteramente libre y venir por propia iniciativa y libre voluntad a solicitar que se le admita en una Logia de Masones Libres y Aceptados.

Nos falta considerar las otras dos palabras: alegoría y símbolo, que comprenden todo lo concerniente al arte masónico, los rituales, accesorios de la logia e instrucciones, «Alegoría» es la representación pictórica de algún hecho; es un método de inculcar en la mente, en forma de cuadros, lo que los conocedores de Dios han experimentado y enseñado a través de las edades. En las sublimes alegorías de la Masonería se ilustra para nuestro beneficio, la acción de las leyes de Dios, según se manifiestan en la naturaleza y en el hombre, y las consiguientes verdades acerca del desenvolvimiento de la conciencia humana, su progreso y su destino final.

En el gran drama central de la Masonería, se representa para nuestra enseñanza, aquello por lo cual «la creación entera ha sufrido y laborado hasta ahora bajo el dolor esperando, que los hijos de Dios se manifiesten»; puesto que solo un Hijo de Dios puede levantarse de entre los muertos en la peculiar quíntuple manera en que es levantado el Maestro Constructor.

El simbolismo de la Masonería es susceptible de las interpretaciones más diversas; sus signos, señales y palabras de reconocimiento, herramientas, pasos y mobiliario del templo, así como el significado de sus luces mayores y menores conservan para el iniciado aquellas verdades esotéricas que todo hombre necesita saber para encontrar su camino «de la oscuridad hacia la luz; de la muerte a la inmortalidad; de lo ilusorio a lo Real».

La Masonería, por consiguiente, no sólo es un sistema de moralidad, que inculca la ética más elevada, la cual, si se practica, provoca el desenvolvimiento de la divinidad; sino que además es una representación dramática de la regeneración. Nos representa el restablecimiento de la oculta divinidad del hombre, haciendo que se manifieste; representa la ascensión a los Cielos del hombre caído y, en la escena que se representa en la Logia, nos demuestra el poder, latente en todo hombre, de alcanzar la perfección, y la capacidad para adquirir plena visión e inteligencia y, de esa manera, hacerse dueño de sí mismo y árbitro de su destino. Lo que es verdad con respecto al individuo, lo es igualmente con respecto a la colectividad: por tanto la Masonería nos ofrece la promesa del triunfo final de una humanidad cuya medida es la perfección y cuyas filas están integradas por aquellos que, "han alcanzado la medida de la estatura y plenitud de Cristo", una humanidad formada por todos los hombres libres. En tal síntesis termina el camino».

Además de ser un sistema de moralidad y un gran drama de regeneración, la Masonería es una representación pictórica de la Gran Búsqueda. Instintiva en todo hombre existe el ansia de saber y de expresarse, que es característica de la evolución del reino humano, y que constituye la prueba de su verdadera naturaleza.

Esta verdad yace oculta en el nombre de nuestro Maestro Hiram Abif; pues Hiram, según muchos estudiantes de la Masonería, viene de "Khy", que significa viviente y de "Ram", lo que se levanta. El viviente Hijo de Dios que es levantado, de su condición de caído, «a las alturas», según otra de las interpretaciones del nombre «Ram». «Si soy levantado -dijo el Gran Carpintero de Nazaret- atraeré a todos los hombres hacia Mi.» Estas palabras
hacen referencia al misterio central de la Masonería. Abiff quiere decir Padre, término con que se designa, en todas las religiones, al Gran Espíritu.

Los tres primeros grados de la Masonería representan esta gran búsqueda. Progresivamente, el candidato recibe más luz; paso a paso, su ansia de conocimiento va siendo satisfecha; pasa del estado de ignorancia al del estudio, donde las artes y las ciencias le revelan sus secretos y dones. Adquiere en su oficio la pericia que de él se espera; no obstante necesita algo más. Ha de graduarse para algo mejor y más elevado. Debe encontrar la Palabra Perdida; pasar por varias pruebas y probarse a sí mismo; para finalmente llegar a dominarse y convertirse en un adepto de la sabiduría y en un instructor de otros; pagándoles el salario que les es debido y guardando la Palabra que le ha sido comunicada, con su propia vida, si es necesario.

La Búsqueda se tipifica de tres maneras en el curso de los tres grados: primero la Búsqueda de la iluminación representada por el determinado avance del candidato hacia el Oriente, en la actitud del oyente y del aprendiz. Por las enseñanzas que recibe, mientras circula por la Logia, aprende que él mismo es trino, una entidad compleja que es la suma total de sus estados mental, emocional y físico y que, no obstante, esas tres formas del ser encubren una luz interna, análoga a la Gran Luz en el Oriente; luz que es necesario encontrar.

Esta verdad, con respecto a la búsqueda de la luz divina, está bien expresada en una conocida leyenda que dice así : Hubo un tiempo en la historia de la raza en que los dioses despojaron al hombre de su divinidad y reunidos en consejo trataron de decidir dónde esconderla. Uno de los dioses indicó que se llevara a otro planeta, donde el hombre no podría encontrarla; pero otro dios se opuso diciendo que el hombre, por naturaleza innata, era un gran viajero y que no había seguridad de que alguna vez encontrara su camino hacia ese otro planeta. Escondámosla, dijo, en las profundidades del mar, en el fondo del océano, porque allí estará segura. Pero otro habló manifestando que el hombre era un gran investigador natural y que algún día conseguiría penetrar en lo más profundo y escalar las mayores alturas. Así continuó la discusión hasta que un dios de inteligencia más brillante se levantó y dijo: «Ocultemos la joya robada de la divinidad del hombre dentro de él mismo, porque jamás la buscará ahí.» Con este acuerdo el consejo se disolvió, pues los dioses comprendieron que habían encontrado el lugar verdaderamente inaccesible. En verdad, durante edades parecía como si la luz oculta en el hombre se hubiese perdido para siempre. Poco a poco, sin embargo, algunos descubrieron el secreto y aprendieron los medios para encontrar la luz. Este conocimiento ha trascendido a determinados grandes grupos de pensadores; de manera que hoy la religión y la Masonería nos ponen en camino de descubrir las leyes que gobiernan la revelación de la luz. Los rituales que no se le deja conocer, y el trabajo de los grados cuya participación se le niega, dan al Aprendiz idea de su ignorancia; mientras trabaja en el exterior del Templo del Rey Salomón, tiene conciencia del misterio interno, el cual no puede penetrar todavía. Adquiere práctica en el manejo de las herramientas del Aprendiz, y gracias a la comprensión de su significado simbólico, labora en la formación de su carácter. La luz, que ya ha recibido, le basta para comprender la necesidad de sabiduría y para apreciar su indigencia. Pasa luego el segundo grado y empieza la gran Búsqueda de la Sabiduría. En este grado aprende que la vida es una escuela y que por el fíel cumplimiento de sus deberes y la lealtad hacia sus compañeros, podrá comprender un poco de la sabiduría, fortaleza y belleza que el Gran Arquitecto del Universo trata de expresar en Su Grandioso Templo.

En su trabajo, el Compañero aprende otras muchas cosas; ya no está limitado al recinto externo del Templo de Salomón, sino que tiene acceso al Santuario, donde aprende que hay otra etapa de desenvolvimiento y otro paso que dar en el corazón del misterio de la Masonería. No le ha sido dado todavía el penetrar en el Sancta Sanctorum.

Ha avanzado en conocimiento y en el dominio de sí mismo; trata de unirse a sus compañeros sobre el nivel y de ejemplarizar la libertad, la fraternidad y la iguaIdad; pero falta algo más todavía. Vislumbra cada vez con más claridad, que la luz está dentro de sí mismo; luz que es una con la que brilla constantemente en el Oriente; lo cual le prepara para la etapa final del gran drama del desenvolvimiento del Alma, y para iniciar la Búsqueda de la Palabra Perdida.

Esta es la búsqueda del Ego, el Alma, que es el verdadero hijo de la Viuda, a quien la Madre ha de dar nacimiento. La palabra «viuda» tiene origen en una palabra sánscrita que significa «faltar». Lo que falta en todas las demás formas en la naturaleza (materia virgen, la oculta Virgen María), lo puede encontrar y manifestar el ser humano. El candidato penetra ciego en el Templo. Destituido y falto de luz, sabiduría y conocimiento del alma; pasa por las experiencias de los dos primeros grados y por la dramática ocurrencia del grande y Sublime Grado de Maestro Masón, a la plena posesión de su derecho hereditario y se convierte en un Hijo de Dios, enriquecido por la luz, la plenitud de los dones que el Rey Salomón confiere a sus Masones y la posesión de la Palabra, de la que se dice:
«En Él había Vida y la Vida fué la Luz de los Hombres... que era la verdadera Luz que alumbra a todo hombre al venir a este mundo». (San Juan, I: 1,2, 3.)
Las enseñanzas de esos tres grados han sido expresadas maravillosamente en las antiguas Escrituras induistas con estas palabras:«Condúceme de la oscuridad a la luz», que resume la enseñanza del Primer Grado;«Condúceme de lo ilusorio a lo Real» que compendia el significado del Segundo Grado; «Condúceme de la muerte a la inmortalidad» que es la consumación del hecho central del Tercer Grado, Considerada bajo este aspecto, ¿no encontramos en la Masonería todos los elementos necesarios para la formulación de una religión universal? ¿No es cierto, como ya se ha dicho, que si todas las religiones y todas las Escrituras llegaran a desaparecer de la faz de la tierra y sólo quedara la Masonería en el mundo, podríamos todavía reconstruir el gran plan de salvación? Es este un punto que merece la más seria consideración de los masones sinceros. Es patente, en la esfera del pensamiento religioso actual, la gran necesidad que existe de que se formulen las grandes verdades espirituales, de manera que lo comprendan todo y a todos, que satisfagan y que estén libres de interpretaciones sectarias. El estudio de este punto convencerá al Masón sincero que, si la Masonería ha de alcanzar su ideal, será imposible para él el ir contra ningún hombre ni contra ninguna religión. Entonces se unirá a todos los buscadores verdaderos de la luz, cualquiera que sea su creencia y su raza. Su preocupación será dejar brillar la luz y encarnar el espíritu de unión y de fraternidad, en vez de dar ímpetu al odio ya la división. Una masonería revitalizada, formada por masones fieles a sus juramentos y que hayan alcanzado la comprensión del Lazo Místico que los une en una Fraternidad real y verdadera, nos proporcionaría un sistema filosófico tan universal y amplio, que sería aceptable para los pensadores de toda clase y de todas las escuelas de pensamiento. De esta manera, no sólo llenaría el anhelo del espíritu religioso proveyendo una religión universal sino que satisfacería las ansias mentales, sentidas por todos los pensadores de mente abierta. El mundo está cansado de las diferencias y de las polémicas religiosas; harto de las controversias sobre cuestiones sociales, políticas y económicas, entre los pensadores de todas las nacionalidades. El espíritu de separatividad y los problemas que suscita nos sofocan. La hermandad masónica, ajustada a las cláusulas de su propia constitución y encarnada en sus propios principios, podría muy bien ser el punto de convergencia, y dar al mundo un postulado de tanta amplitud, que unos y otros podrían participar y desarrollar en cada uno la comprensión de los puntos de vista y aspiraciones de los demás.

La Masonería enseña por la "voz viviente del signo", y donde exista esta base de enseñanza no puede haber imposición de autoridad o dictadura, porque cada uno es libre de interpretar el signo o símbolo, como mejor pueda, y desarrollarse por el esfuerzo que para ello haga. Un signo o símbolo es susceptible de muchas interpretaciones, y cuanto más se acerque el hombre al Sancta Santorum del Templo de Salomón, mejor verá detrás de la forma y mayor será la porción de verdad que obtendrá del símbolo. De consiguiente, la Masonería será suficiente para muchas mentes, con tal que no trate de imponer arbitrariamente una interpretación símbólica. Se ha dicho que el verdadero Templo de la Humanidad, del cual cada Logia de Francmasones es parte integrante, se ha erigido en tiempo y espacio y que no tienen cabida en la verdadera Masonería las distinciones que hacemos en nuestras mentes, basados en nuestros limitados sentidos. El Templo que la institución construye es el de la unificación y armonización de la entera familia humana; idea que está perfectamente compendiada en la bien conocida frase: «Dios hizo de la humanidad una vasta fraternidad, «El mismo su Maestro y del Mundo Su Logia». En esta frase tenemos la visión y el ideal de una vastísima Fraternidad en la que cada miembro coopere en armonía con los demás en la erección del edificio, cada cual atento a su propia tarea. Dios mismo, el V.'. M.'., actúa por intermedio de Sus Maestros Masones. Al considerar este programa universal, es oportuno hacer presente que la Masonería está basada en ciertos principios fundamentales, tan tolerantes y de significado tan universal, que es difícil concebir cómo podría excluirse de ella a individuo alguno de cualquier raza que fuese o a quién podría negarse la entrada, con tal que el solicitante sea sincero y busque ansioso la verdad.

La primera cláusula de este programa se encuentra en lo que se declara con respecto a «Dios y la Religión», en la constitución de 1723, que es la más noble expresión que conocemos de la universalidad espiritual de la orden. Dice así:
«El Masón, por el hecho de serlo, está obligado a obedecer la ley moral. Si comprende debidamente el Arte, nunca será un estúpido ateo ni un libertino irreligioso. Pero aunque en antiguos tiempos se recomendaba a los masones de todos los países que profesasen la religión de su país o nación, cualquiera que ella fuese, se considera ahora más conveniente obligarles únicamente a que profesen la religión en la que todos los hombres coinciden, reservándose sus opiniones particulares para sí mismos; es decir, que sean hombres buenos y leales, u hombres de honor y honrados, cualquiera que sea la denominación o creencia, por la que se distingan. De manera que la Masonería viene a ser el lazo de unión y el medio de que personas que habían permanecido distanciadas perpetuamente traben verdadera amistad.»

Ningún masón que acepte la declaración que antecede y procure vivir de acuerdo con ella, llevará a su Logia ninguna cuestión o disputa de carácter personal y mucho menos cualquier controversia sobre religión, política nacional o internacional. Las cláusulas de carácter religioso incluidas en dicha constitución no son más que tres y de naturaleza tan general que todos pueden adherirse a ellas.

Tomado de "Teosofía" Septiembre y Octubre 1932. ("Teosofía" fue la revista que continuó la obra de "Sophia" y "El Loto Blanco" en España)


LA MASONERIA VIVA

No nos cabe duda que en Occidente ha sido la Masonería la más directa y verdadera depositaria de los ritos, símbolos y misterios de la tradición hermética y por ende que constituye una auténtica rama viva de la tradición primordial.
Los orígenes y devenir históricos  demuestran un claro ligamen de la orden masónica con las diversas formas tradicionales que conformaron las bases y los aspectos más esenciales de la cultura occidental.
Es cierto que la mayor parte de logias y obediencias masónicas que se multiplicaron a lo largo y ancho del planeta desde el siglo XVIII han sido influenciadas desde entonces por diversas corrientes propias del mundo moderno que las han desviado de su objetivo primordial –la búsqueda incesante de la Unidad, es decir, la Verdad– y de su tarea fundamental: la construcción de un templo universal basado en ideas arquetípicas heredadas de la tradición unánime y el depósito y la transmisión de los ritos y símbolos que constituyen los soportes necesarios para que los miembros de la Orden puedan efectivizar una verdadera iniciación o transmutación que les permita identificarse con aquellas ideas universales que siempre confluyen en un Centro interior del que la Orden es reflejo vivo. Pero también es cierto que en estos siglos "de oscurecimiento creciente" se han logrado mantener algunos masones que habiendo comprendido ese alto ideal y teniendo siempre que luchar contra corrientes modernas –que pareciera tienden a arrasarlo todo– han logrado sin embargo conservar el verdadero espíritu masónico y por lo tanto dar vida a esos vehículos simbólicos del Arte Real que pueden conducir por la inefable senda de los Misterios.
La existencia de logias y obediencias que no se separan de la vía iniciática y que comprenden la trascendente misión que están llamadas a cumplir, es lo que nos permite suponer que la Masonería está viva; que a pesar de los múltiples ardides del enemigo no ha sucumbido; y que existe una verdadera Orden interior que necesariamente sembrará los cimientos sobre los que se edificará el nuevo mundo –hombre nuevo– que renacerá de las cenizas venciendo a la muerte y entretejiendo la tierra con el cielo, es decir haciendo interactuar la escuadra y el compás.  


La mayor parte de las logias masónicas que pululan sobre todo en Occidente ignora totalmente su origen, su esencia y su misión. Hay que recordar que desde que se organizaron las primeras logias modernas de Inglaterra ya se vieron fuertemente afectadas por ideas racionalistas –y en el fondo materialistas– que las alejó de sus orígenes fundamentalmente iniciáticos e inundó talleres con profanas ideologías y teorías relacionadas con el cientificismo, la visión horizontal de la historia, las miopes ilusiones de evolución y progreso y el humanismo personalizado e individualista. También sucedió que muchos hermanos masones deseosos de impedir que se perdieran los conocimientos esotéricos de la Orden se vieran infelizmente atraídos por corrientes en boga de carácter teosofista, espiritualista y ocultista que tergiversando el sentido verdaderamente interno y espiritual de los ritos y símbolos trajeron a los talleres energías psíquicas inferiores sustituyendo los caminos que conducen al Misterio por oscuras sendas caóticas plagadas de "fuerzas" y "poderes" tan ilusorios como destructivos. Por el carácter libre y autónomo de las logias, y por la posibilidad que tienen los masones de trabajar a cubierto de las indiscreciones, sin que haya ninguna "entidad" superior que supervise los trabajos, siempre ha sido posible que alguna logia determinada, ignorante de los principios esenciales de la Orden, pueda caer, como han caído tantas, en aberraciones y desviaciones de toda índole. Así, ha sido frecuente que los talleres masónicos, por no saber cual era su función, se dedicaran a actividades profanas y extra-masónicas de todo tipo: muchas veces las logias se abocaron a estudiar las ciencias, las artes o la historia con esa visión racionalista que lógicamente les impidió reconocer los aspectos sagrados de los trabajos masónicos y los orígenes espirituales, míticos y metafísicos de la Orden a la que decían pertenecer; otras, muchos masones, creyendo que la labor que debían cumplir era de tipo humanista y social, utilizaron los talleres como plataforma política, como centro de influencias y poder profano, como instituciones de beneficencia, y hasta como especie de clubes sociales, reunión de amigos o centro de negocios. No es que creamos que esté mal realizar este tipo de actividades, pero hacerlo en nombre de una Orden –la única en Occidente– cuya función primordial, como hemos dicho, es la de servir de depósito a las ideas tradicionales y la de transmitir el conocimiento cosmogónico y metafísico que estas ideas comportan, ha logrado que la Masonería sea conocida hoy día, en términos generales, no por su función trascendente, sino por este tipo de actividades que no han hecho otra cosa que desprestigiarla más y más, sembrar el desorden, la división y la confusión y hacer creer –muchas veces a los propios masones ignorantes de su papel– que la Masonería es eso.  
Y la desviación ha sido de tal magnitud que hoy día han salido a la luz pública las actividades de verdaderas pandillas que diciendo trabajar en logia han fraguado en sus reuniones sacrílegas toda clase de conspiraciones, complots y fraudes, causando enorme desprestigio a la Orden a la que estos individuos verdaderamente nunca pertenecieron.  
Es bien sabido que sobre todo durante el siglo pasado y la primera mitad de éste, salieron de las logias diversos movimientos políticos y muchos presidentes y gobernantes (casi siempre de pensamiento liberal) cuyas ideologías y estrategias fueron fraguadas en el interior de un taller masónico. El movimiento intelectual que produjo la independencia de América de los países europeos se realizó en logia; y casi todos los libertadores de ese continente (Bolívar, San Martín, Washington, Morelos, etc., etc.) fueron masones. Hoy algunos hermanos creen –pues ignoran otras posibilidades– que el tipo de actividad a realizar durante los trabajos de la logia pueda consistir en dictar discursos recordando esas ideologías y vanagloriando los nombres y hazañas de los hermanos mayores históricamente destacados en la política, las artes y las ciencias profanas. Otros, en vista de la pérdida de poder político que han sufrido las logias en los últimos años, han desviado los trabajos hacia obras "culturales", sociales y de beneficencia. Es sabido que en Norteamérica, por ejemplo, la mayor parte de las logias se han convertido exclusivamente en simples instituciones benéficas que "altruistamente" financian hospitales, escuelas y universidades.  
Actualmente, además, tal vez una mayoría de logias se encuentra, por pertenecer a determinada obediencia (que tiene correspondencia con tal o cual Oriente europeo), en una absurda división, en una sórdida lucha en la que se tildan unas a otras de "irregulares" o "regulares" según parámetros de tipo burocrático que llevan hasta los extremos de dar o impedir la entrada a un hermano según si su logia esté enlistada en un determinado folletín al que dan carácter de oficial y donde los antiguos usos y costumbres brillan por su ausencia.  
En esas logias se ignora lo que es un masón y lo que es la Orden.  
La verdad es que una logia –por silvestre que parezca– es verdadera, si en su seno se realiza el rito con perfección y conciencia; si existe una transmisión regular de las palabras y fuerzas interiores que desde antiguo se transmiten ininterrumpidamente; si los hermanos guardan el verdadero secreto, cultivando el silencio interior; si los asuntos de índole individual y las problemáticas sociales o económicas y todo tema de carácter profano se logran mantener, como corresponde, junto con los metales, fuera de las puertas del templo; si sus miembros comprenden su misión y su función y se abocan, como tarea principal, a estudiar y practicar las Artes y las Ciencias que la Orden enseña.  
Una logia es verdadera no por pertenecer a una u otra obediencia que se autoproclame arbitrariamente oficial o regular ni por tener ninguna clase de "pedigree" o patente. No. Una logia es verdadera si los trabajos masónicos que realiza son verdaderos; si logra dar vida a la Fuerza o Luz oculta detrás de los símbolos transmitidos desde los orígenes por medio de los ritos, gestos y palabras que los masones practican.  
Y la Masonería está viva no por la existencia de numerosas logias que se dedican, como hemos dicho, a actividades profanas. Lo está porque a pesar de tantos avatares la mayoría de las logias han podido conservar al menos lo más esencial de los ritos de iniciación, aumento de salario y exaltación; porque las palabras sagradas y de paso se han conservado permitiendo a los que las reciban conscientemente experimentar su fuerza y conocer su significado; porque los rituales de apertura y cierre de los trabajos, en los distintos grados, se han mantenido generalmente bastante intactos; porque las leyendas que se conservan en todos los grados están vivas; porque las logias se siguen decorando con los símbolos fundamentales de la Orden y los manuales aún recuerdan los estudios simbólicos correspondientes a cada grado y el escalonado ascenso por los mundos de la gramática, la lógica y la retórica; y de la matemática, la geometría, la música y la astronomía. Está viva porque en muchísimos de los talleres se encuentran aislados hermanos con recta intención de búsqueda que les permite recibir de diverso modo y en el grado que fuere un influjo espiritual que esos ritos y símbolos son capaces de otorgar; y también porque aún existen algunas logias en las que reina el verdadero espíritu masónico; en las que siempre hay un guardatemplo atento impidiendo la entrada de fuerzas e ideas profanas; en las que se invoca incesantemente desde el corazón la Unidad del Gran Arquitecto, la Belleza de su obra, la Fuerza de su espíritu y su Sabiduría infinita. Talleres con salud y alegría en los que fraternalmente se estimula la unión no por vínculos individuales sino por lo más alto: la búsqueda común de un Centro único en el que reside la esencia de Todo. Talleres en los que se trabaja paciente y perseverantemente, en coordinación y respetando las verdaderas jerarquías en la construcción de un edificio interior, de una cosmogonía viva que incluye la muerte y la resurrección, es decir la transmutación, que finalmente hace posible que el corazón del adepto y el centro del templo –unidos indisolublemente– se constituyan en verdadero habitáculo de la divinidad.  
La masonería está viva porque su esencia más íntima –y la de los verdaderos masones– es inmortal; y porque tarde o temprano la Orden habrá de cumplir su misión coronando la construcción de un templo universal edificado de conformidad con los planos diseñados por el Gran Arquitecto del Universo.  
La Tradición Hermética está viva y aún existen verdaderos masones capaces de comprenderla y revivificarla.  
"Por sus obras los conoceréis".

miércoles, 8 de junio de 2011

PROGRAMA MASONICO


Deseando la sociedad masónica que todo el que manifieste interés en pertenecer a ella, se libre del riesgo de sufrir un desengaño, y queriendo dar en tiempo oportuno una prenda de su buena fe, considera justo dar a los aspirantes ideas bien exactas tanto para que se instruyan en el verdadero objeto de la sociedad, cuanto para que se desechen esas vulgaridades que corren de boca en boca, y que hacen formar de ellas conceptos erróneos y ridículos.

        La SOCIEDAD MASÓNICA, es indestructible, porque es unida, y por ser unida, fuerte, ya que la patria de los Masones es el mundo y todos los hombres virtuosos son sus compatriotas.

        La masonería no se propone satisfacer ningún interés mezquino, ninguna mira egoísta; su objeto es altamente noble, su misión exclusivamente humanitaria . Ella trabaja para fomentar la Caridad y la filantropía en los hombres de todas clases y condiciones y de todas las creencias religiosas. Pretender incorporarse por intereses privados y con objetos particulares, sería un absurdo efectuarlo, desconociendo en sí toda la abnegación que la Masonería demanda.

        La Masonería tiene secretos que no pueden penetrarse, y juramentos que no deben quebrantarse; pero ni unos ni otros se oponen en los más mínimo a la Religión, a las Leyes ni a la Moral.
        El aspirante que intente su incorporación por curiosidad no consigue su objeto porque los misterios en que esta envuelta la Masonería y que forman sus secretos, se van comunicando por grados que se confieren después de muchas pruebas de fidelidad y discreción, al que más lo merece y menos lo solicita. El que se liga con su juramento y lo quebranta, no infiere daño alguno a la Sociedad, el mal recae solamente sobre el que no ha tenido bastante constancia para cumplir con el deber que voluntariamente se impuso.

        La Masonería no exige de sus miembros la adjuración de sus principios, ni osa penetrar en sus dogmas particulares, bástale saber que creen en Dios, y en la inmortalidad del alma.

        La Masonería no necesita de los poderosos, pero tampoco admite en su seno personas que no tengan una ciencia, arte, oficio, o renta con que atender a  las necesidades de su familia; y sin menoscabar estos primeros deberes, un pequeño sobrante para hacer frente a los Gastos de la Sociedad y socorrer a los necesitados. Estos gastos de dividen en ordinarios y extraordinarios; de los primeros se da una idea y a continuación; los segundos son: bien para ejercer obras de beneficencia, en cualquiera de los dos casos, precede el acuerdo de los miembros.

        La Masonería no llenaría su objeto de fraternizar la especie humana, si admitiese discordias, pleitos y riñas entre sus miembros; toda diferencia debe arreglarse entre ellos mismos; antes que apelar a personas extrañas. Si el candidato al ser admitido encuentra algún individuo con quien no este en armonía, tiene que deponer todo resentimiento, considerarlo como hermano y darle el abrazo fraternal. Si la causa de la desavenencia es un litigio, expondrá sus razones a los Jueces de la Masonería para que le presten la justicia que demanda, antes que recurrir a los tribunales profanos.

        Exige la Masonería una parte del tiempo de sus miembros para la asistencia a las reuniones o al desempeño de alguna comisión y no podrá negarse a ello, sin causa justa y legitima.

        El que aspire a proponerse debe ejercitar la temperancia, ser industrioso y aplicado en su profesión, fiel a su jefe o Maestro, practicar la virtud, partir su pan y no comer el de otro sin pagarlo; enseñar el camino al viajero extraviado; huir del juego, la embriaguez, la usura, todos los vicios y prestar a sus hermanos cuantos socorros le permitan sus circunstancias.

        La Sociedad, al proponerle un candidato tiene el derecho de examinar su vida, costumbres y nombrar tres comisionados para ello, sin perjuicio de las informaciones que tomen todos sus miembros; si los informes que recoja son desfavorables el nombre del propuesto no vuelve a sonar en ella. En este caso, la negativa no puede tomarse como ofensa, de una Sociedad que está en el derecho de no recibir entre sus miembros a aquel que no posee lo que ella busca en sus nuevos hijos. Jesucristo buscó doce discípulos a quienes hacer depositarios y propagados de sus sublimes e imperecederas doctrinas y se encontró a Judas. La Masonería evita, hasta donde lo es posible, introducir Judas que, como aquel, venden a su maestro por treinta dineros.      

viernes, 3 de junio de 2011

LA CAMARA DE REFLEXIONES

Para determinar los elementos y los símbolos del Cuarto o cámara de Reflexiones, es necesario comprender, en primera instancia, el significado del concepto cámara y del concepto reflexión, ambos conceptos son inseparable en la formación masónica del aprendiz. Desde sus raíces latinas y griegas, la palabra cámara, significa bóveda, también entendida como sala, pieza principal de una casa o como lugar reunión de personas para tratar algún asunto También hace referencia al sepulcro o bóveda sepulcral.

Por su importancia, desde el importante acontecimiento de la iniciación a la masonería conviene que nos detengamos en el concepto de reflexión. La reflexión, la comprendemos desde el concepto que hace Jonh Locke como “aquellas noticias que el espíritu adquiere de sus propias operaciones y del modo de efectuarlas, en virtud de lo cual llega a poseer ideas de estas operaciones en el entendimiento.” 

La reflexión se identifica por la inserción desde la conciencia humana a la experiencia, Es importante tener claro que la reflexión, a diferencia de otras formas de conocimiento, supone un  esfuerzo de análisis, de pensamiento más genérico que activa al individuo para interpretar la realidad en la que vive y sobre la que se desarrolla, La 
Cámara de Reflexiones, como uno de los conceptos masónicos, se comprende como la sala en el que se encierra al neófito antes de su iniciación, para meditar ante un cierto número de símbolos. Es allí donde redacta su testamento, Es en este espacio  donde el neófito,  comienza su iniciación a la masonería, al reflexionar su relación consigo mismo, con su entorno, y con el GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO.

Ya Francis Bacon decía: “Los hombres tienen miedo de la muerte, como los niños temen ir por la oscuridad”. El Sarcófago y el esqueleto humano: Representan el estado de descomposición moral en que llega, el neofito, este hombre que carece de un guía que le conduzca por el camino de la Virtud, al Amor y al Servicio a la humanidad que debe ser la aspiración de todo masón.
A manera de conclusión podemos decir que El candidato antes y después del paso por la Cámara de Reflexiones, debe ser amigo de lo Justo, hombre de bien, capaz de ser luchador contra la absurda ambición de los reconocimientos y glorias humanas, sabiendo que son efímeras frente a la inmensa grandeza y justicia del Gran Arquitecto Del Universo. Por otra parte, la Cámara de Reflexiones es representación, del macrocosmos y del microcosmos, es decir, del universo y del hombre; además nos hace recordar el estado de ignorancia en el que vivimos los humanos antes de conocer el principio fundamental de la orden masónica, "hay que morir a los vicios para nacer a las virtudes", La Cámara de Reflexiones, representa el descenso a los infiernos, la muerte aparente que precede a la reencarnación, el reencuentro con una nueva vida. En la camara de reflexiones, hacemos nuestras primeras reflexiones masónicas antes de ver la luz. Reflexionamos acerca de los “Deberes del Hombre para con Dios... para con sus semejantes... y para consigo mismo.